La preocupante igualdad 1-1 frente a Bolivia y los silbidos de un estadio Monumental en el que abundaron los claros son síntoma fiel de que Alejandro Sabella deberá cambiar, y no sólo en busca de respuestas futbolísticas, sino para no ser devorado por la apatía de un equipo sin respuestas. Tan cierto es que el fútbol muchas veces carece de lógica y que los merecimientos no condicen con el resultado final, como que ante la adversidad los jugadores deben rebelarse, redoblar los esfuerzos para torcer ese destino que pretende imponer el juego. Acaso la actitud del capitán argentino Lionel Messi en los últimos minutos fue la muestra cabal de esa falta de rebeldía. El rosarino, que fue el futbolista argentino más desequilibrante, se entregó al fastidio y a la impotencia en los minutos finales.
Si bien nadie puede dudar de que los futbolistas convocados, sobre todo de mitad de cancha hacia adelante, son los mejores, el seleccionado no puede darse el lujo de prescindir de actitud en tiempos en que las adversidades afloran. El martes, frente a Colombia, tendrá una prueba de fuego, de esas que si terminan con un triunfo permiten recuperarse y mirar al futuro con optimismo, o que oscurecen el panorama todavía más si hay un nuevo traspié.
