La larga lucha llegó a su fin. Daniel Brunetto no pudo continuar la batalla contra el ELA (esclerosis lateral amiotrófica) y murió en su casa, en el mediodía del domingo, más precisamente a las 13:15.

El ex arquero e ídolo de San Martín, Unión, Alianza y Trinidad, entre otros equipos, no aguantó más y falleció a los 55 años. La triste noticia fue confirmada a DIARIO DE CUYO por su esposa, quien además contó que los restos serán velados en la cochería municipal de Chimbas, mientras que el sepelio será en un cementerio de Las Chacritas.

El pasado 2 de diciembre, este medio publicó una nota que adelantaba el grave estado de salud de Brunetto, que expresó que “sabía que me iba a pasar esto, me lo veía venir. La enfermedad me avanzó muy rápido”. Casi susurrando, contó: “Ya casi no puedo hablar y me cuesta respirar. Los brazos no me funcionan y apenas puedo mover las piernas. Viene mal la mano para mí”.

Al ex arquero le diagnosticaron ELA en diciembre del año pasado, luego de varios meses sometiéndose a diferentes estudios. Hiperactivo toda su vida, el campeón pronto se encontró encerrado en un cuerpo que ya no le respondía. Es que la esclerosis lateral amiotrófica es una agresiva enfermedad degenerativa cerebral, que ataca las células nerviosas que controlan los músculos voluntarios. Entonces, tanto el cerebro como la medula espinal pierden la capacidad de iniciar y enviar mensajes a los músculos del cuerpo, que se atrofian gradualmente.

El último sábado de noviembre, Daniel empezó con problemas para respirar y lo llevaron al hospital de Pocito, cerca de su casa. De ahí fue derivado al Marcial Quiroga pero luego, con ayuda económica de su familia y de amigos pues no tiene obra social, lograron internarlo en una clínica. Estaba conectado a un aparato que le brindaba oxígeno, mientras que su esposa, María Rosa, no se despegó ni un momento de él. Le daba de comer líquidos preparados, que Brunetto apenas podía tragar porque los músculos de su garganta ya lo habían abandonado.

Brunetto había expresado que “me gustaría seguir todo esto en casa, en mi cama, rodeado de mi esposa, mis hijos y mis cuatro nietos. Si ya no hay vuelta atrás con la enfermedad, quiero estar con ellos”. Y finalmente el deseo se le terminó cumpliendo porque le dieron el alta y murió en paz en su casa, rodeado de sus queridos.