Dicen que la paciencia y la perseverancia son las armas de los sabios y Rubén Alejandro Botta hizo un culto de eso para llegar a esto: Su momento. Lejos quedaron las chances de dejar Tigre a principios del año. Es más, sin tener demasiadas posibilidades con ese presente exitoso del equipo del Vasco Arrubarrena que hizo campaña para ser campeón pero no le alcanzó, Rubén manejaba la opción de ir a buscar continuidad en otros equipos. Pero en plena pretemporada, el sanjuanino Botta dijo que este sería su momento y lo cumplió. Autor de un golazo en la fecha pasada en el Inicial ante Godoy Cruz y finalista de la Copa Sudamericana tras el empate en Bogotá, aquel pibe que hizo las inferiores en Alianza desde los 6 años hasta pasar pruebas exitosas en Argentinos Juniors y en Boca Juniors, hoy disfruta con calma de lo que buscó conseguir.
’No me quiero ir de Tigre. Se que tengo que encontrar la continuidad en un grupo que es muy unido’. Así contaba Rubén cuando se armaban los equipos para este año 2012 y su nombre figuraba en Tigre pero no jugaba seguido. Pero no le importó. Siguió trabajando, insistiendo en lo suyo y empezó a ganarse su lugar. El Vasco Arruabarrena lo ponía de a ratos, después le dio cancha y Botta explotó. No lo ayudaron los resultados y el ciclo del Vasco se terminó. Llegó Gorosito y con el Pipo, Rubén desplegó todo su talento. Hizo goles clave en la Sudamericana como aquel contra Cerro Porteño y en el Torneo Inicial metió un gol del sello Maradona ante El Tomba mendocino. Tanto que el propio Gorosito se animó a decir que Botta valía 20 palos, jugando con una cotización imaginaria,
A punto de cumplir 23 años en enero próximo, Rubén Botta hizo escuela en Alianza hasta que a los 11 años, hicieron una prueba de Argentinos Jrs en San Juan y quedó. Se fue a la pensión de La Paternal pero extrañaba. Tanto, que se pegó la vuelta. Tres años después, Boca Juniors lo aceptó y Botta empezó a hacer toda la escala de inferiores. Pero por esas cosas del fútbol, cuando llegó el momento de decisiones importantes, se quedó sin lugar y fue Tigre el que lo recibió. Con el pase en su poder, acordó dos temporadas y en este año 2102 se termina su vinculación. Ahora, juega con otras cartas y sabe que el esfuerzo de su papá Ismael, que siempre lo apoyó, está empezando a cosechar sus frutos. Es puro talento. De divertirse jugando, de hacer cosas exquisitas como Messi. Y con Lio, lo une una cuestión muy especial ya que Rubén medía 1,60 m. y sus problemas de crecimiento lo tenían estancado. Le hicieron el mismo tratamiento hormonal que a Messi y durante dos años se inyectó todas las noches una hormona para crecer. Así, hoy goza de ese 1,78 m que no atenta contra su calidad. Gozando el momento que tanto soñó desde que era niño.

