Llegó hace 5 años a la vida de Sportivo Peñarol. Después de ser verdugo con la camiseta de 9 de Julio arrebatándole el Oficial del 2014 en los penales, Carlos Biasotti entró a la vida del Bohemio. Cambió insultos por aplausos y hoy es bandera, símbolo, referente, capitán y palabra autorizada para analizar cada día en la vida de este centenario Peñarol. El, más que nadie, sabe lo que se estarán jugando hoy -a partir de las 18.10- cuando enfrenten a Newell"s Old Boys de Rosario en San Nicolás por los 32vos. de Final de la Copa Argentina. Él, mejor que nadie, sabe que es el partido de sus vidas como futbolistas.
"Es un momento para disfrutarlo. Uno siempre anhela lo máximo, llegar al tope de todas las cosas que hace y a nosotros, con esta camiseta que es Peñarol, nos tocará hoy vivirlo. Pero claro, es fútbol y por más que la lógica indique que nos deberían ganar y por varios goles, uno sabe que cuando suena el silbato es otra la historia. Somos once contra once y tenemos que dejar todo para ese sueño. Sino, al menos tratar de poner estos colores en un buen lugar. Así lo pensamos, así lo vivimos y así lo jugaremos" lanza el capitán Biasotti al analizar las sensaciones de estar mano a mano con un equipo de Primera División.
Y va más allá: "Es el partido más trascendente de la historia del club y somos conscientes de eso. La responsabilidad es enorme y cada uno de los muchachos del plantel, sabe lo que nos estamos jugando. Queremos vivirlo como se merece".
Ya entrando en lo que son sus vivencias personales, Carlos sabe que esto es un plus: "Yo tengo una carrera extensa pero nunca pude cruzarme oficialmente por los puntos con un equipo de Primera. Jugué amistosos y en Primera B Nacional llegué a enfrentar a equipos que hoy son de Primera como Unión o Estudiantes pero así, por los puntos y mano a mano, nunca. Es una sensación linda, un desafío que a mi edad se asume con mucho respeto. Sé que mi misión es apuntalar a los chicos, mostrarle lo que es Peñarol dentro y fuera de la cancha. Cumpliendo eso, me quedo tranquilo". Su relación con el mundo Bohemio se dio cruzando la delgada línea del amor al odio y hoy, se siente más que feliz en Peñarol: "Yo en un mes pasé de ser odiado a ganarme el afecto de los hinchas. Había sido verdugo en los penales del Oficial 2014 y en 2015 arranqué para ganarme un lugar. Algo hice bien y eso me deja tranquilo. Fue una gran elección ponerme esta camiseta y soy feliz defendiendola".