Era el partido. Era el momento para dar el gran golpe y esperar la última fecha con otra cara. Era el momento y San Martín lo aprovechó. Madrugó a Newell’s y terminó el día con la satisfacción de haber salido incluso de Promoción con el 2-1 a su favor. Fue victoria ajustada pero merecida, edificada en la convicción de un equipo que salió decidido a ganarlo, en la sorpresa para golpear al empinado equipo de Martino y dejarlo casi sin reacción, y en la seguridad para defender todo lo que estaba en juego sin fisuras. No pudo ser mejor el comienzo del partido para San Martín porque en su primera maniobra de ataque, lo buscó por izquierda con Poggi y Mas, para que termine con una infracción. Vino el tiro libre y el anticipo para dejarle la pelota servida a Diego García que definió con suspenso para abrir el marcador. Iban apenas 2 minutos y San Martín había conseguido lo más difícil: el gol. Ahí nació otro partido por que las urgencias fueron exclusiva propiedad de Newell’s y San Martín ahora podía pensar el partido. Llevarlo a su juego, utilizar el tiempo y consolidar la victoria. El primer golpe había dado efectos y por eso, los intentos de la Lepra fueron livianitos. Nunca hubo un mano a mano entre Corti y algún jugador rosarino. San Martín había pegado primero y eso lo hacía dueño de partido. Y si a este primer tiempo le hacía falta otro golpe de nocaut, llegó en el minuto 27 cuando Gastón Caprari terminó de cabeza una gran maniobra colectiva de San Martín que comenzó por la izquierda con Poggi y Carrusca, siguió en el cambio de frente para Alvarez y se definió en el centro que Caprari transformó en el segundo gol sanjuanino.
Newell’s quiso sacudirse. Se adelantó, presionó un poco más y tuvo recompensa porque en su única llegada del primer tiempo encontró el descuento cuando Vangioni ejecutó un tiro libre para la entrada de Pérez en el punto del penal.
En la segunda parte, la obligación volvió a ser de Newell’s. Esta vez, el equipo de Martino se paró bien arriba, le quitó la pelota a San Martín y quiso acorralarlo pero en ese instante salió a la luz la actitud de un equipo que busca su destino. Entonces cada pelota se jugó a muerte, cada cruce fue tremendo. En cada pelota, San Martín dejaba todo. Como debía ser para tratar de escaparle al descenso. Así, con el transcurrir de los minutos y viendo la impotencia rosarina, el Verdinegro se acomodó para defender con solidez y seguridad. Le faltó la otra faceta: la del contragolpe. Pero eso poco importó porque Newell’s ya no lastimaba y el triunfo se consolidaba minuto a minuto. San Martín había madrugado y eso le dio frutos. No quedó tiempo para más. San Martín había conseguido el objetivo de meter este partido como local sabiendo que lo dejaba afuera de toda amenaza de descenso por esta fecha al menos. Pasó Newell’s y en el Pueblo Viejo hay banderas de esperanza. San Martín demostró que puede y que tiene que quedarse en Primera.

