Un caballo de carrera es un atleta de alto rendimiento. Una máquina de músculos y huesos que luego de rendir a pleno necesita, como los seres humanos, y todos los seres vivientes, relajarse. Ayer, todo era fiesta en las caballerizas ubicadas sobre calle Sarmiento, en la esquina noreste del hipódromo de Rivadavia. Oscar Rébora, el cuidador del caballo campeón y todos sus colaboradores asistieron desde temprano para dedicar el tiempo a su campeón, y también a los otros caballos que están a su cuidado.

El aire que se respiraba era de satisfacción. Por ello se empezó el festejo a las 10.30 cuando sobre una tabla depositaron en una mesa un vacío de ternera muy bien asado. Un solo cuchillo sirvió para cortar en tiras la carne, con la que armaban los sanguchitos que sirvieron de desayuno. Dos bebidas gaseosas, acompañaron el menú, que ayer supo como un ‘boccato di cardenale’.

Vieron una y mil veces la carrera reproducida en un celular, en el que bajaban la grabación el streaming. El comentario generalizado era sobre la gran victoria de su pensionado. "Fue un carrerón. ¡Espectacular!", exclamó Rébora que anteayer logró su cuarto clásico como cuidador, al que se debe sumar uno como jockey.

Un asado mañanero sirvió de desayuno y festejo del equipo del caballo que es el campeón del clásico ‘Sarmiento’.

Mientras ellos disfrutaban del asado, Asiatic Till descansaba en su box. Ayer, por ser un día post competencia, varían los trabajos de entrenamiento. Se lo saca a caminar unos 20 minutos en la mañana, y otros 20 por la tarde. Y se realiza un tratamiento de crioterapia, colocando bolsas de hielo en sus miembros. Tarea a la que estaba abocado, y es propiedad exclusiva de Gustavo Carrizo, quien ejerce la tarea de peón de los caballos que cuida Rébora desde 1985. "El es la nota, es el peón que más Sarmiento ganó", afirma el cuidador.

Las labores habituales del ganador del clásico comenzarán hoy cuando el jockey Nicolás Blasco retome los ‘vareos’, que en términos que entiendan todos los mortales es dar vueltas a la pista galopando.

La pregunta obligada era ¿qué cambió en el entrenamiento del caballo para que rinda como lo hizo el domingo y no repitiera las, de regulares a malas, actuaciones anteriores. Allí otra vez, Rébora se deshizo de rol protagónico alguno y alabó la intuición y conocimientos de su peón. "Gustavo notó que todas las mañanas el caballo se levantaba molesto y le pidió al Dr. Gómez (Edgardo Horacio Agustín, el veterinario) que lo viera". Entre el ojo clínico del hombre que pasa más horas junto al caballo y el profesional que lo medicó, dieron en la tecla y el ánimo y la salud del zaino cambió.

Empezó a responder a las exigencias que el jockey le requería y en los aprontes se lo notó "más firme". Algo que ellos vieron, pero guardaron en secreto. El neófito en el tema no se daba cuenta de su rendimiento, pero los otros cuidadores sí. Y desde su mirada surgió la expectativa que Asiatic Till podía quedarse con el clásico. Algo que ocurrió, ayudado por la experiencia del ‘Chupino’ Juan Carlos Noriega, quien supo guiarlo a la victoria.

 

 

>> UN CAMPEÓN DE OFICIO

 

  • Carrizo es quíntuple campeón

 

Carrizo dedica su vida al cuidado de caballos, en este caso Asiatic Till.

 

Tiene 52 años y desde hace 40 es habitante diario de las caballerizas del hipódromo de Rivadavia. Es el peón que tiene a su cargo a Asiatic Till. Gustavo Carrizo trabaja desde hace 37 años con Oscar Rébora, y lo acompañó en sus dos ‘Sarmiento’ ganados con English Dib (1994 y 95). A esas dos primeras victorias sumó otras tres, que le valieron ser el peón más ganador del clásico sanjuanino. Repitió con Golden Sucess, el zaino que en 2011 cortó la racha del tordillo mendocino Hidroavión que llevaba tres al hilo. El cuarto ‘grande’ lo logró en 2019 con Nine Like Him, caballo que hizo ‘puesta’ (empate) con Mandela Eterno. Y el último, quinto, es el conseguido anteayer con Asiatic Till.

Sobre su actual campeón, Carrizo, contó que es un caballo tranquilo, que cuando está bien, como ahora, trabaja muy bien. "Empecé a los 12 años, en mi familia no había nadie relacionado con el Turf, pero mi padre tenía un amigo cuidador, y como vivíamos en el Barrio Güemes, lo visitábamos", explica quien todos los días, de lunes a lunes, se encarga de controlar si su ‘bebe’ come bien, si toma agua, si tiene bien armada la cama y es quien sabe como amaneció cada mañana.

Consultado sobre el ‘campeón’ que más trabajo le dio no dudó: English Dib. Al decir de su peón era un caballo ‘trastornado’. "Entrenaba cuando quería y como quería". El pingo que era propiedad de Tadeo Vives, que fue doble ganador, solo se rendía ante los cuidados de Carrizo, por lo demás era bastante irritable. "Ganó los dos Sarmiento, fue segundo en el San Jerónimo, de Córdoba y después no corrió más", contó este hombre que tiene dos hermanos que comparten su tarea y que también supieron ganar el ‘Sarmiento’. Pablo Carrizo, con Ouragán, en 1988 que fue la única victoria de Oscar Rébora como peón; y Fabián Carrizo, que lo hizo con Juan Centella, que montado por Raúl ‘Piquito’ Maldonado ganó en 1998.