Lo dijo el célebre Tim: "El fútbol es como una manta corta. Si te cubrís los pies, te destapás la cabeza y si protegés la cabeza, desnudás los pies". Esta metáfora nunca calzó tan justa para hacer una radiografía de Argentina en su estreno en el Mundial de Sudáfrica. Es que la apuesta audaz y esperada por todos de ser ultraofensiva, contrastó con sus desacoples defensivos que terminaron espolvoreando con angustia una victoria que mereció ser amplia. Tener tanto a disposición crea esos lindos problemas de los que hablan los técnicos y para Maradona, la sobreoferta está en el ataque. Porque acertó en hacerle un lugar a Tevez entre Messi e Higuaín pero se la jugó feo con improvisar a Jonás Gutiérrez como lateral derecho primero y con abrir a Verón después como volante derecho. Argentina generó, obligó, llegó y solamente quedó en deuda con la contundencia. En la contracara, lo atacaron poco pero lo complicaron mucho, cuando le cruzaron el juego de derecha a izquierda. Ese punto fue el flaco en un debut donde la apuesta fue al desequilibrio de la constelación de individualidades buscando la armonía como equipo que por ahora, con 3 puntos ya ganados, está por verse.
CARA: Messi jugando de Messi, Higuaín bien abastecido, Tevez solidario pero también vertical, le fueron dando a Argentina en el debut la potencia ofensiva que todos imaginaban pero que había que ver en la cancha. Ese trío más el pistoneo por el eje central de la cancha de Verón para ser salida clarita y profunda, mostraron la mejor faceta del debut para Argentina. Messi hizo figura al arquero nigeriano y no fue casualidad. Lio pesó, desequilibró y lastimó como lo hace en el Barcelona. Higuaín, en su estreno mundialista, se comió dos goles hechos pero siempre estuvo ahí. Al acecho. De Tévez, todo para remarcar porque empezó casi como carrilero derecho, con todo el recorrido para ayudar pero también se las arregló para ser conductor y asistidor. Argentina fue el Argentina que todos esperaban a partir de los nombres que eligió su técnico para el ataque.
CECA: Pero claro, las dudas estaban en la defensa. Ahí, donde el perfil ofensivo del equipo, invitaba a ver cómo y conqué se lograría el equilibrio para atacar bien con mucha gente y defender bien con poca. No salió el plan Jonás. A Gutiérrez, le tomaron el tiempo en la primera pelota cruzada y no encontró más el partido. Por ese flanco, Argentina sufrió más de lo necesario. Diego probó variantes y todas por la derecha: primero abriendo a Verón, después metiendo a Maxi Rodríguez y en el final, parando a Burdisso en el fondo. Le costó solucionarlo y no es un dato menor.
Argentina es desequilibrio instintivo por la naturaleza de sus jugadores de ofensiva, pero para que la armonía cuaje, falta todavía la otra parte de la receta. Que sea pronto.

