El triunfo de la Selección argentina sobre su par de Bolivia fue indiscutible. El 4-1 con que se selló el tablero final mostró a las claras la diferencia viva entre uno y otro seleccionado.
A la Albiceleste le sirvió no sólo para reforzarse anímicamente sino para quedarse con el primer puesto del Grupo A. Y el sábado que viene tener que enfrentar a Ecuador por los cuartos de final de esta Copa América en tierras brasileñas.
Al principio, fue, como siempre, un buen primer tiempo de la Selección argentina. Movió la pelota, rotó, buscó aprovechar los espacios vacíos. Empezó a gran ritmo. Tanto que creó dos situaciones de gol en el primer par de minutos. Y a los cinco selló su primera llegada al fondo de la red. Fue, como de costumbre, luego de una genialidad de Messi. Porque le puso un pase de empalada al Papu Gómez que este definió de primera y de volea.
Estaba claro que en la cancha había diferencia de potencialidades. Bolivia, que apenas trataba de ocupar espacios para cortarle el circuito de juego a la Albiceleste, perdía ante la velocidad del rival. Y Argentina, que era dueño exclusivo de la pelota, buscaba lastimar por distintos frentes.
Entonces el partido se hizo predecible. Era cuestión de esperar que la Selección argentina fuese sumando goles en el tablero.
En actuaciones individuales, sobresalió el trabajo del Papu Gómez, que por su costado fue decididamente imparable. También el acompañamiento de los otros volantes (Palacios y Guido Rodríguez) y las proyecciones permanentes de Acuña. Lógicamente también la actuación de Messi (como siempre una gran figura y el patrón de la ofensiva argentina) que tuvo un ladero especial: El Kun Agüero.
El segundo gol argentino llegó sobre los 30 minutos, cuando bajaron a Gómez dentro del área. El penal lo ejecutó con eficacia Lio Messi. Y 10 minutos después el propio Messi aprovechó un gran pase de su "compadre" Agüero y la mandó de globito al fondo del arco, dejando sin respuestas al arquero Lampe.
La diferencia estaba clara. Los goles fueron dándose por propio peso. Argentina, sin esforzarse en demasía, se mostraba infinitamente superior a los del Altiplano. Casi como que Bolivia ni siquiera alcanzaba a mostrarse como un partenaire sino que era menos que eso.
El complemento siguió igual. Con las mismas cartas. Con la misma superioridad Albiceleste. Y en ese panorama la Argentina se fue relajando. Eso sirvió para que Bolivia se animase más. Por eso llegó al descuento con un golazo de Saavedra.
El equipo de Scaloni sintió el golpe. Y apretó de nuevo el acelerador. Cambios de por medio (entraron Álvarez, Lo Celso y Lautaro Martínez), la Albiceleste tomó aire y volvió a lastimar. Un gol de Lautaro afirmó ese momento.
Y desde ahí fue de nuevo un concierto argentino. La categoría del arquero boliviano Lampe impidió que se dieran otros goles. Inclusive se dio una jugada en la que Lampe le cortó el grito de gol a la Argentina por partida doble. Y minutos después volvió a tener otra doble gran atajada.
Fue victoria nacional. Clara. Sin discusiones. Goleada predecible. El equipo mostró una buena cara. Aunque sea ante un rival de menor categoría. Pero esos momentos felices sirven para lo que se viene.