Argentina volvió a perder una final, como un año atrás en el Mundial de Brasil a manos de Alemania, pero anoche en Copa América y ante Chile, después de empatar 0 a 0 en los 90 minutos regulares y el alargue, para caer por 4-1 en definición desde el punto del penal.

La idea de juego de Gerardo Martino quedó expuesta durante el primer tiempo solamente en el parado inicial, que se prolongó, con escasísimos momentos de intermitencia, durante los 45 minutos en que la movilidad de los tres de arriba no existió y Javier Pastore se dejó devorar por la marca al no encontrar espacios detrás de los volantes chilenos.

Lionel Messi bien abierto por derecha y Ángel Di María por izquierda, siempre sucumbieron ante la presión de la doble marca que ejercían por los costados los dirigidos por el argentino Jorge Sampaoli, por lo que Sergio Agüero no fue bien asistido

En esos parámetros, Chile fue por momentos superior, sobre todo porque ejerció una transición rápida en el medio para posicionarse rápido en ataque, aunque Alexis Sánchez y Eduardo Vargas no se juntaran nunca. Los dos entregaban todo en la presión alta, lo único en lo que se parecían. Pero después, ni la verticalidad chilena ni la posesión argentina podían hacerse fuertes como para mandar en el desarrollo.

Y para colmo de Argentina, superada la media hora se fue lesionado Di María. Pero Martino no modificó nada en la contingencia, ya que mandó a Ezequiel Lavezzi para establecerse bien abierto por izquierda y mantener así la propuesta del 4-2-1-3.

La situación no varió en el período final, donde las ráfagas de dominio de uno y otro fueron tan breves como el fútbol que aportaban a tanta expectativa.

Ni las dos intervenciones de Claudio Bravo y la misma cantidad de Sergio Romero durante el primer tiempo siquiera se repitieron en el segundo.

El partido se volvió de “gol gana”. Y casi lo gana Argentina, cuando el partido se moría en el alargue. Se encendió Messi, dejó dos rivales por el camino y habilitó hacia la izquierda a Lavezzi, quien tocó al medio para la entrada vacía de Higuaín cuyo último toque se fue desviado. Si hubiera entrado era gol y título, sin más vueltas. Pero no sucedió y hubo alargue nomás.

Y como para prolongar la agonía, cuando tampoco le quedaba nada al primer tiempo de la prolongación se equivocó Mascherano y Alexis Sánchez se apuró y despilfarró una opción única. El cuarto de hora final fue el sello del pasaporte a los penales, pero contra lo imaginado, allí sí los dos demostraron las convicciones de sus propuestas, y canalizaron el miedo a perder buscando ganar.

Hubo aproximaciones, pero nada más que eso, pero al menos fue más que lo acontecido durante casi toda la hora anterior, aunque por supuesto no fue suficiente para evitar que se consumara la definición por penales.

Y así fue para Argentina, un padecimiento que lo dejó otra vez con las manos vacías. Dos finales perdidas en un año duelen mucho, y más si el rival nunca fue superior.