Estados Unidos, 10 de septiembre.- El día le llegó. Después de tantos golpes duros y de correr detrás de las sombras de Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic, el escocés Andy Murray finalmente se dio el gusto de anotar su nombre entre los ganadores de Grand Slam. En una vibrante final de casi cinco horas de juego, el británico se coronó en Flushing Meadows tras vencer al serbio por 7-6 (12), 7-5, 2-6, 3-6 y 6-2, y a partir de mañana será el número tres del mundo, desplazando al español Rafael Nadal, quien se encuentra lesionado.

De esta manera, el británico obtuvo su primer título grande luego de caer en sus cuatro definiciones anteriores (US Open 2008, Abierto de Australia 2010 y 2011, y Wimbledon 2012). Tal como le ocurriera precisamente a su actual coach, el checo Ivan Lendl, quien también consiguió su primer Grand Slam en su quinta final, también en Flushing Meadows. A su vez, con esta victoria los cuatro torneos grandes del año se los repartieron precisamente entre los primeros cuatro del ránking mundial: Djokovic (Abierto de Australia), Rafael Nadal (Roland Garros), Roger Federer (Wimbledon) y Andy Murray (US Open).

En los dos primeros sets se vio a un Djokovic muy diferente al de partidos anteriores. El serbio se mostró muy desenfocado por el viento que fue uno de los protagonistas durante el inicio del encuentro. No supo amoldar su juego a ese molesto obstáculo, mientras que enfrente tuvo a un Murray que, si bien tuvo altibajos, estuvo más regular que su rival.

En el tie-break del primer parcial el escocés, quien no supo aprovechar el quiebre a favor, contó con cinco oportunidades para quedarse con el set y las desaprovechó. Cuando parecía que llegaba la remontada del serbio, el británico finalmente terminó cerrando un angustioso 12-10 para quedarse con la primera manga.

En el segundo parcial le ocurrió algo similar a Murray. En apenas 20 minutos se puso arriba 4-0, con dos quiebres a su favor, pero una vez más la falta de regularidad en este tipo de instancias le jugó una mala pasada y de a poco Nole comenzó a levantar su nivel. Sin embargo, el escocés siguió peleando no sólo contra su rival, sino también contra sus propios temores y logró cerrar otro angustioso set por 7-5.

Todo estaba dado para que finalmente el británico cortara el maleficio de no poder coronarse en un Grand Slam. Pero enfrente tuvo a un gigante Djokovic que no conoce de adversidades. El serbio volvió a ser el mismo que en sus primeros cuatro partidos tan solo estuvo seis horas y media en cancha, y rápidamente empezó a nivelar el desarrollo del encuentro a su favor. De esta manera, no le dio respuestas a un Murray psicológicamente golpeado y confundido, y se quedó con los dos siguientes parciales por 6-2 y 6-3.

Pero el destino le iba a hacer un guiño al escocés. En el quinto y último set, el nuevo número tres del mundo logró quebrar de entrada en dos oportunidades para ponerse 3-0 y nuevamente el partido sufría un giro repentino. A puro esfuerzo, y con más amor propio que resto físico, Murray dejó de lado el golpe por no haberlo cerrado a tiempo, se mostró renovado y finalmente después de tanto sufrimiento se dio el gran gusto de gritar campeón en un Grand Slam, al cerrar el parcial por 6-2.