El ciclista francés Julian Alaphilippe acabó ayer con más de dos décadas de sequía de su país en la prueba de fondo de los Mundiales de Ciclismo y se convirtió en el nuevo campeón del mundo gracias a un ataque demoledor en el tramo final del duro recorrido de 258,2 kilómetros en la localidad italiana, de Imola.
Alaphilippe estaba señalado como el máximo favorito, ejecutó un plan magnífico para deshacerse del belga Wout Van Aert, que era su rival más difícil y lo ratificó siendo segundo, al quedarse con el sprint del grupo que arribó a 24s del nuevo monarca.
El de Saint-Amand-Montrond, en plena madurez ciclista (28 años), supo cuando atacar y luego echó el resto en los kilómetros finales para convertirse en el primer francés en enfundarse la malla arco iris desde que en 1997 lo lograse en San Sebastián su compatriota Laurent Brochard.
Como era de esperar el fuerte equipo de Bélgica asumió el control de la cabeza del pelotón imponiendo un ritmo que fue seleccionado paulatinamente el grupo grande.
Luego de neutralizar una fuga, cuando restaba una vuelta y media al circuito de 28,8 kilómetros el primero en atacar fue el esloveno Tadej Pogacar. Al ganador del Tour lo neutralizaron antes de la última subida y allí, luego de un ataque de Greg Van Avermaet (Bélgica), Alaphilippe aceleró para abrir el "hueco" que en los 12 kilómetros finales sus rivales no pudieron cerrar.
El corredor galo, que lideró por dos días la Vuelta a San Juan 2019, ejecutó a la perfección una estrategia muy estudiada para no ser sorprendido, como pasó en el Tour por Van Aert.
"Esta es la cima me dije y le dí con todo"
"Esta es la cima", contó ayer Alaphilippe que se dijo en en voz baja cuando atacó la cumbre de Cima Gallisterna. Casi 12 kilómetros separaban ese punto de la meta, pero Alaphilippe tenía que llegar solo, o al menos sin el favorito Wout van Aert. Sabía por experiencia que el belga probablemente habría resultado imbatible en un sprint en el Autódromo Enzo e Dino Ferrari. En Milán-San Remo el mes pasado, Alaphilippe no pudo deshacerse de él en el Poggio y perdió su duelo en la Via Roma. "Cuando vi que Wout estaba allí en la última subida, hice el máximo esfuerzo hasta la cima porque, para mí, él era la mayor amenaza", dijo Alaphilippe. "Fue un largo camino desde allí hasta el final".
Una ventaja de 8 segundos en la cima se duplicó a 16 con 7 kilómetros para el final y luego se estiró a 24. "Es la carrera de mis sueños", dijo Alaphilippe. "Cada vez que ganas una gran carrera, es una emoción diferente y especial, pero el maillot arcoiris es algo más, es difícil de describir. Es la carrera que más me hizo soñar. He realizado el sueño de mi vida como ciclista", culminó.