Iban 9 minutos del complemento. Boca y Gimnasia de La Plata estaban 1-1. Tras un tiro libre ejecutado por Ormeño, cayó el centro desde la derecha en el área del Xeneize y el Gordo Aguero aprovechó una cortina, perdió la marca y saltó sin oposición. Su cabezazo se hundió en el arco de Boca. Era el 2-1 y el jugador sanjuanino salió gritando y golpeándose el pecho. Casi que ni tuvo tiempo para amagar con algún otro festejo especial. Simplemente porque sus compañeros se abalanzaron sobre su cuerpo para el desenfrenado festejo. Y el gol del albardonero terminó siendo el del triunfo del Lobo platense. El que le sirve al equipo de Madelón para soñar con salvarse del descenso directo (tendrá que ganarle al Gimnasia jujeño en la última fecha). Por todo eso es que el gol de un sanjuanino se convirtió en histórico.
En el partido, Boca extendió su crisis futbolística con la derrota como local. A los 3′ de juego, Gaitán se equivocó y habilitó a Aued, quien fue hasta el fondo y envió un centro perfecto a la cabeza de Diego Alonso para marcar el 1-0.
Y a los 42′ iba a llegar la jugada polémica del encuentro, y la que inclinó la balanza para calificar la tarea de Juan Pablo Pompei como mala, porque Palermo se dejó caer ante la marca de Maldonado y el árbitro sancionó un penal inexistente, que el goleador se encargó de transformar en empate.
El complemento comenzó calcado a la etapa inicial, y en ese contexto el Lobo encontró una nueva ventaja a los 9′, con ese gol de Ariel Aguero.
A partir de ahí, Gimnasia cambió la filosofía y optó por la paciencia, por la de esperar la reacción del rival e hilvanar sus propias jugadas cada vez que conseguía la pelota, monopolio del equipo local a lo largo de toda la segunda parte.
Así se fue el partido, con intentos parsimoniosos del Boca de Alves, que espera a Alfio Basile, por alcanzar un empate no merecido.

