Motivado y siempre con la confianza puesta en Dios. Zacarías Morán Correa, ese pibe que se fue con 11 años a vivir una aventura en River, hoy disfruta su presente: jugando en la Reserva del Millo y codeándose con las figuras del plantel mayor. El caucetero explicó esa enorme experiencia en el club que lo acunó, pero también puso los pies en la tierra y fiel a su virtud, prefiere ir con calma. “Gracias a Dios las cosas están saliendo de la mejor manera. Estoy jugando en Reserva, de titular, y eso es muy importante para mí. Somos un equipo muy nuevo, todos venimos de las Inferiores, es una experiencia muy linda”, contó ayer el volante central del Millo mientras disfrutaba la visita de su familia en Buenos Aires.
El torneo de Reserva no arrancó del todo bien para River. El hecho de ser un equipo prácticamente nuevo y con jugadores jóvenes, pasó factura en el arranque, pero después con el paso de los partidos, se logró la solidez y los resultados comenzaron a llegar: “Era lógico que el arranque iba a ser duro, quizás cometíamos errores que teníamos en Inferiores pero que acá en Reserva se pagan caro, ahora hemos encontrado el camino y vamos muy bien”, contó el pibe de 19 años que lamentó la postergación del Superclásico en su categoría: “Teníamos expectativas muy buenas, porque al principio iba a ser preliminar al de Primera, imaginate, sería increíble jugar un clásico ahí y con toda la gente”, expresó.
Sobre la oportunidad de estar en el elenco que comanda Luis Villalba, Zaca contó: “Es muy lindo, entrenar con la Primera cuando bajamos a hacer fútbol es muy lindo y más teniendo en cuenta el presente que tienen, es una gran experiencia y que también sirve como motivación para poder lograr ese objetivo de llegar”, confió. Consultado sobre la salida de Kranevitter y la chance (según dichos de Gallardo) de que se le abre a los volantes de las Inferiores, el sanjuanino pone los pies en la tierra. “La ilusión siempre está. Uno trabaja y viene trabajando hace mucho para lograr ese objetivo. Después no está en uno la elección o lo que pueda suceder. Cada año que pasé acá en River me puse objetivos, este año no me puse ninguno, solamente me mentalicé en no perder la cabeza porque sabía que iba a ser un año complicado con todo esto de esperar. Igual soy conciente de que estoy en un club grande, que estoy bailando con la más linda, no queda otra que esperar y seguir haciendo las cosas bien hasta que llegue la chance”, se ilusionó.
Tal es la ilusión que tiene el caucetero por llegar a su sueño sin desesperarse, que desde hace poco lo plasmó en su piel. “Reza, espera y no te desesperes”, se lee en el nuevo tatuaje que se realizó Zaca y que para él es el más importante. “Todo lo que me tatué siempre tuvo algo que ver con mi vida y que me sirve para recordarlo siempre. En cada momento de desesperación son frases que me calman”, subrayó.
El presente encuentra al caucetero con una notoria madurez. “Dios es el centro de todo para mí. Sin Dios yo no sería nada. Si bien uno pule su talento día a día, es un don también y soy conciente que me lo regaló Dios”, comentó.

