Los hinchas peruanos vistieron de rojo y blanco las dos cabeceras del estadio Ciudad de La Plata, más allá de la derrota ante los orientales, escenario de la primera semifinal de la Copa América 2011, y además le pusieron sonido, a vuvuzela limpia, a una noche gélida que esperaba a Argentina, pero que en cambio recibió a Uruguay, el primer finalista del certamen.
La colectividad peruana, con una fuerte presencia en los barrios porteños, se hizo notar y escuchar desde muy temprano.
Paradójicamente -y a diferencia de otros encuentros- todos los hinchas se ubicaron en un mismo sector de la tribuna, en este caso de la mitad para la derecha de ambas tribunas populares. Y su presencia se notó a partir de la gran cantidad de banderas, entre las que se destacó un "telón", al estilo de las barras argentinas. Otro "trapo" que se destacaba justamente en la misma tribuna era el que decía "Sí, se puede Perú, Cusco".
Lo más llamativo, más allá del fervor de los hinchas, fue que en las plateas casi no hubo simpatizantes peruanos. Ahí, sí hubo mayor presencia uruguaya, que ni bien ingreso el arquero Fernando Muslera al campo de juego no se cansó de alentarlo.
Ellos decidieron hacerse grandes y fuertes, como su equipo, bien unidos. En los sectores más populares, lejos de la opulencia que ostentan los que más tienen.
Las chicas peruanas, famosas por mostrar sus atributos femeninos en esta Copa, le dieron un toque diferente. No necesariamente glamour.
Así llegaron a las 21.45, momento en el que el árbitro boliviano Raúl Orosco dio el pitazo inicial con un clima de partido "importante", algo que ni se notó en los juegos de Argentina.

