-¿Cuál fue el momento más difícil? 

-Hubo dos. En la quinta etapa, de Tupiza a Oruro, cuando se detuvo la camioneta por una falla eléctrica. Después de mucho sacrificio y más de 24 horas arriba de la camioneta, llegamos apenas con 20 minutos al vivac antes de quedar eliminados. Hasta hubo lágrimas cuando nos abrazamos con Fernando (Acosta, el navegante). El otro, cuando se rompió la caja en la etapa de regreso a Argentina. Después de pedirle a varios pilotos, el último de todos accedió. Era el 376, Roman Starikovich, quien me llevó 70 kilómetros de bajada en un camino de precipicio y luego el enlace. Tres veces se cortó la linga y en la última no paró el otro piloto por lo que volví a creer que esa vez quedaba eliminado. Pero al rato consiguió el lugar para girar y regresar a buscarme. 

-¿Cuánta suerte sentiste que tuviste? 

-Nunca antes sentí que tuve tanta suerte en un proyecto. También rescato que nunca bajamos los brazos, nunca detuvimos la acción. 

 

-¿Qué cosas recordás mas allá de lo deportivo? 

-En la etapa hacia Salta, cuando se rompió la caja, hubo un momento en el que explotaba de la bronca porque no conseguía remolque. Se estaba haciendo de noche y aparecieron unos niños que vivirían cerca de ahí. Se veían de una condición muy humilde. Uno sonrió y se me fue todo el enojo. 

-¿Y cuando llegaste a San Juan en carrera? 

-Mi familia, amigos, empleados me esperaban desde las cinco de la tarde y seguían a la una de la mañana cuando aparecí. Fue muy fuerte también. Y quiero agradecerle a Emiliano Alaniz por todo lo que hizo durante la carera y a quienes me apoyaron para llevar adelante el proyecto: Gobierno de San Juan, Secretaría de Deportes, Municipalidad de Pocito, San Francisco Hogar, M4 Informática, ABC mayorista de ferreterías, Q’Helados , Polyflex membranas, AS electrónica, Optica Birle, Sobre Ruedas y Lubricentro Nitro.