Querer no es siempre poder. Intentar, proyectar sin sustento termina en una decepción que se lleva por delante lo que sea y hoy, en este presente inmediato de San Martín, mucho de eso está pasando. Pasó la cuarta fecha de la Primera Nacional y San Martín sufrió el cruel castigo de su propia impotencia ante un Deportivo Riestra que aprovechó lo que tuvo y se llevó una victoria exagerada desde San Juan. Pero claro, lo que dejó todo envuelto en interrogante es el futuro de este San Martín que arrancó muy mal como local en la temporada con dos derrotas en dos partidos. Eso, se lleva por delante cualquier proyecto. Fue derrota castigo para un San Martín que adormeció la pelota exageradamente, que nunca tuvo cambio de libreto, que se entregó a su propia escasez de ideas para terminar preso de sus limitaciones.
El comienzo de Riestra fue a fondo porque armó una llegada profunda que por poco no terminó en penal al goleador Fernández. Ese fue el arranque y a San Martín le costó acomodarse no menos de 10". Pero creció Lemos, apareció Rivero, se soltó Rodriguez Puch y ahí pasó a ser dueño de la pelota. Tocó exageradamente, lateralizó sin necesidad y fue perdiendo lo que necesitaba: profundidad. Recién sobre los 23" llegó con algo de peligro con un remate mordido de Rivero. Luego, hubo un par de cabezazos forzados de Penco que fue poco y mal abastecido en toda esa primera parte. Pero San Martín terminó dueño de la pelota y esa imagen alimentó las ilusiones de un segundo tiempo que nunca fue.
El próximo partido será el viernes a las 20,10 en Córdoba ante Belgrano y por TV.
Hubo si un reinicio más intenso en San Martín. Presionó más, intentó ser más vertical pero no generó demasiado. Riestra, de contra, asustó con una llegada a fondo de Goitía que tapó Avellaneda. Siguió en la misma San Martín: insistiendo, tocando sin profundidad y repitiendose en todo. Villalba decidió cambios pero no encontró respuestas. Fue perdiendo la estructura, cambió el libreto y quedó expuesto a otra contra letal del Malevo. Y ese golpe llegó a los 24" cuando Acuña ganó espacios por la izquierda, metió el centro al corazón del área y el goleador Gustavo Fernández apareció más que solo para cabecear al primer palo de un Avellaneda que nada pudo hacer. Un mazazo. Un golpe demoledor que no hizo más que terminar de liberar todos lo fantasmas en un San Martín que ya estaba desorientado. Tuvo una chance forzada Franco pero no llegó a conectar uno de esos defectuosos centros que tiró San Martín con más ganas que lucidez.
Se fue acercando el final de una película de terror. Con Matías Giménez incómodo, molesto. Con Penco mirándolo desde el banco. Sin ideas, sin juego, sin potencia ofensiva para poder lastimar a un rival que vino a defenderse y a aprovechar lo que le ofrecieron. Y San Martín se quedó sin nada. Con más dudas que certezas, con la imagen de un equipo confundido, sumergido en su impotencia y con la necesidad de encontrar un perfil. Fue castigo para este presente lleno de dudas en San Martín. El ciclo de Facundo Villalba volvió a tocar fondo como pasó en el cierre la temporada anterior. Quedó más que cuestionado. Casi como que sus horas están contadas al frente de este San Martín que quiso y no pudo. Que volvió a perder en San Juan con todo lo que eso implica. El torneo recién empieza pero el futuro está más complicado para un equipo que se quedó con la angustia de no saber a qué juega.