Tiro libre en tres cuartos de cancha. Alonso agarra rápido la pelota, la apoya en el piso y la acaricia con la zurda. Los defensores del Steaua Bucarest duermen y Alzamendi queda mano a mano con el arquero. La bola se estrella contra el palo, pero el rebote favorece al uruguayo, quien de cabeza pone el 1-0 que sería definitivo. ¡River campeón del mundo!

 

Esa histórica jugada que quedará en las retinas de todos los hinchas millonarios nació en los pies de uno de los emblemas del club: Norberto Alonso. "No hay sensación más linda que la de salir campeón con mi equipo, con el que me vio nacer en inferiores, a los 9 años", asegura el Beto, quien 30 años después habla como si recién hubiera levantado la Intercontinental.

 

Aquel encuentro en Japón marcó el retiro del fútbol del talentoso 10, quien explicó los motivos: "Si no hubiera ganado la Libertadores o la Intercontinental hubiera seguido jugando porque soy terrible cuando algo se me pone en la cabeza. Pero esos títulos me acortaron la carrera, no quise regalar nada después y una vez que ganás todo, te vas a descansar tranquilo". Y fue contundente: "Ese equipo iba a la guerra con un tenedor y te volteaba".

 

 

Quien tomó la palabra para hacer referencia a ese logro también fue el entrenador, Héctor Veira: "Ellos eran prácticamente la selección rumana que después venció a Argentina (en el Mundial 94). Lo ganamos con la picardía de nuestros jugadores". La concentración y el orden táctico fue clave para el objetivo, según el Bambino, quien recordó a los suyos: "Ese equipo tenía todos jugadores consagrados, de selección".

 

Por el peso de los nombres, el técnico tuvo que lidiar como una especie de psicólogo para los más grandes y los jóvenes que recién aparecían. "Fue lo máximo de mi carrera. Antes de salir a la cancha, traté de hacerles entender que nos jugábamos todo para redondear la campaña y ganar la triple corona. Ellos estaban preparados", recordó.