Sería injusto marcar el primer tiempo de anoche como el mejor de la temporada ya que en varios partidos, sobretodo en el final de Apertura, se desempeñó de gran manera. Pero la real diferencia fue el momento. Porque tenía que ganar como sea. Y lo hizo por estar “decidido”. Con esa palabra se define el enorme y justo triunfo de San Martín, que quedó fuera de todo peligro y en la fecha que viene puede abrochar su permanencia en la categoría. Doble mérito para un equipo que tuvo 7 cambios con respecto al partido anterior y todos cumplieron.

Anoche fueron 45 minutos, los del primer tiempo, de enorme juego, en lo colectivo e individual. Con goles, dominio y buen trato de pelota. Sólidos atrás, rápidos en el medio para recuperar y punzantes y veloces en los metros finales.

Diferente al complemento. Porque Newell’s se le fue encima por la necesidad, le quitó la pelota y el terreno, pero San Martín, a quien le costó recuperar el balón, se aferró a su ilusión y defendió el 2-1 con uñas y dientes. Fue la otra versión del Verdinegro, la de resignar el gol para evitar el empate. La de esperar la contra sin desordenarse. La de demostrar que puede jugar bien ante la presión y meter lujos como los de Diego García y Marcelo Carrusca.

En la previa, que Sava haya metido 7 cambios con respecto al partido anterior en Santa Fe (1 por expulsión, 2 por lesiones y 4 por disposición táctica), generaba muchas expectativas. Pero se diluyeron rápidamente y en alza total. Sava se la jugaba y las variantes le respondieron. Quizá por recuperar el lugar para varios de los implicados, o demostrar que pueden confiar en ellos como pasó con Corti y Mattia que debutaron.

Línea por línea el trabajo fue de lo ideal, para pasar a lo sacrificado. En el fondo, estuvieron muy lejos de aquella defensa que salía jugando siempre ya que anoche no les tembló la pera cuando tuvieron que tirarla a la tribuna. Grabisnki fue el termómetro para ordenar y poner a sus compañeros en el lugar y momento justo.

Pero lo mejor y donde realmente marcó la diferencia fue en el medio. García fue la figura con su cambió de ritmo, atrevimiento y una pisada que dejó atónitos a los rosarinos. Por el otro lado, el izquierdo, Federico Poggi, uno de los que retornó al equipo, marcó el camino en el periodo inicial siendo incontrolable. Y quien se le sumó fue Carrusca, para dar el pase final y la claridad a la jugada. Los tres, sostenidos por Mauro Bogado y Maxi Bustos, quienes se comieron la cancha y terminaron exhaustos. Y adelante, el solitario Gastón Caprari demostró porque es el goleador del equipo en la temporada.

Anoche quedó de manifiesto que cuando la soga aprieta, el juego aparece y con categoría. San Martín tuvo un parcial inicial ideal o “extraordinario” como lo definió Sava. Un nivel que se esperaba hace tiempo para no sufrir tanto. Como le sucedió en el complemento, cuando apareció la otra faceta, que la aprobó porque sin tener la pelota y Newell’s nunca le generó peligro.