Contundente. El Toyota, equipo que comandó Fernando Alonso, fue el mejor en la carrera de todas las carreras.

 

 

Toyota se sacudió los fantasmas del pasado y, sin que casi nada le fallara, se impuso por primera vez en las 24 Horas de Le Mans, un triunfo que llegó por la implacable actuación del TS050 Hybrid número 8 en el que el español Fernado Alonso imprimió su sello de piloto excepcional con una actuación de madrugada soberbia.

Toyota quería a Alonso para este momento y el asturiano no decepcionó. Lo mejor que aún alberga en su conducción, junto a un coche con una fiabilidad a prueba de balas, permitieron a la marca japonesa enterrar una serie de episodios en el circuito de La Sarthe

que le han perseguido hasta convertirse en un azote: el año pasado, la negación de Toyota en Le Mans fue absoluta y entregó casi en bandeja la victoria a Porsche, mientras que en 2016 el auto se paró en la línea de meta cuando sólo le quedaba por recorrer la última vuelta.

Hechas las paces ya con la historia, Toyota inscribe su nombre en el palmarés de Le Mans, toma ventaja en la clasificación del Mundial de Resistencia (WEC) y encumbra también a un Fernando Alonso que repite en lo alto del podio, como sucedió en Spa.

A su vez, José María "Pechito" López, en el otro Toyota del equipo, concluyó en la segunda posición tras liderar la prueba durante buena parte, aunque luego no pudo soportar los embates del ganador. "Estuvimos ahí, el segundo puesto es para estar orgullosos", dijo Pechito.