"Si no hubiera sido futbolista, me hubiera gustado ganarme la vida como músico". Rubén Zamponi, simplemente el Tano en el planeta San Martín, habla de lo que pudo ser y no fue. Actual titular indiscutido en la zaga del Verdinegro, el central está cumpliendo un sueño a sus 26 años y a sólo seis juegos de poder llegar a Primera División. Claro que para este presente luchó, y bastante para más datos. Esa pelea por llegar a cumplir su gran anhelo, la mezcló con otros oficios en su época de jugador de inferiores de Morón como por ejemplo albañil o jardinero. Y en esos tiempos de juventud y esfuerzo se dio el gusto de formar su propia banda denominada "Hijos del Rey" por la adoración de Rubén y sus amigos para con el Indio Solari, emblema y voz de los Redonditos de Ricota. Por eso un hit de esta mítica banda de nuestro país como "Ji Ji Ji" cuyo estribillo reza "no lo soñeeé..", le cabe al futbolista de 26 años en este presente. Más aún si se recuerda que llegó al club de Concepción esta temporada a prueba por diez días y se quedó por decisión de Darío Franco.

La pasión de Zamponi por el fútbol y la música son casi idénticas. Largó su carrera desde muy pibe en las inferiores de su Morón natal y desde entonces ya comenzó a incursionar en la guitarra y bajo. A principios del 2000 formó la banda con sus amigos para despuntar el vicio: "Tocar la guitarra es mi cable a tierra. Es lo que me saca del mundo del fútbol y me relaja", explicó. Rubén viene de una familia humilde y con los acordes por las venas. Su mamá era folclorista, uno de sus hermanos toca guitarra, teclados y batería e integra una banda de cumbia en Morón. Tíos y primos también siguen esta tradición. En los gustos del defensor se ve esa pluralidad: "Me crié escuchando Pink Floyd y hoy tranquilamente puedo tener en el celular varias cumbias. Lo mío es variado", subrayó.

Claro que para este momento destacado, Zamponi tuvo que transpirar mucho la camiseta y no sólo la de Morón cuando era pibe. "Algunas veces debí trabajar a la vez de jugar. Fui albañil y por eso más de una vez me tocó ir del trabajo al club todo de naranja por el polvo de los ladrillos. También me gané la vida como jardinero, ayudante de carpintero o mozo. Es por ese sacrificio que uno hizo desde chico que hoy uno valora todo el doble", destacó.

Zamponi arrancó en Morón, siguió su carrera en Fénix, Flandria y Excursionistas, club del que llegó en junio pasado para probarse en San Martín y por intermedio del ex futbolista fallecido, Alejandro "Beto" Ortiz. "Me dijeron que había una prueba de diez días acá y que me viniera ya. No lo dudé jamás. Soy un convencido que mi trabajo lo hago al 100%. No me guardo nada. Sé que por ahí no soy el más virtuoso, pero en mi trabajo siempre doy lo mejor", reconoció.

Este presente se contrapone con aquellos días bajo la lupa de Franco y la dirigencia sanjuanina. Hoy está consolidado, junto a Grabinski, como los centrales del equipo que pretende sacarle el ascenso directo a Unión. "Si por ahí me preguntaban en ese momento si menos de un año después estaría así, hubiera dicho que era un sueño. Uno sabe que trabajó mucho para esto y que sacrificó cosas, pero la verdad que uno quiere disfrutar este momento y vamos a dar todo por alcanzar el objetivo de llegar a Primera", enfatizó.

Claro que no todo es color de rosas para el zurdo, quien últimamente hizo de sus salidas elegantes desde el fondo del equipo una marca registrada: "Lo hago para dar un mejor pase o no reventar la pelota si veo otra opción mejor", explicó sobre esos amagues en la zona caliente de San Martín. Uno de sus "pesares" actuales pasa por la ausencia de su viola en San Juan, la cual no se la trajo por miedo a romperla en el traslado. Por eso verlo ingresar al lugar donde se hizo la producción fotográfica, plagada de instrumentos de todo tipo y colores, ratifican que Zamponi lleva la música bien adentro. Incluso sirve para prometer una próxima visita, esta vez para comprarse una de esas maravillas y seguramente entonar un tema que lo marcó muchísimo: Ji Ji Ji, con su inolvidable "no lo soñeeé…".