-Carlos Monzón decía que imaginaba que su rival le quería quitar la comida a sus hijos y por eso salía a destruirlo, ¿qué pensás vos de tu adversario?
-Algo parecido. También que mi rival me quiere sacar del lugar que ahora tengo y por eso debo defenderlo con todo. Diría que el rival es una persona que odio y mientras más pueda lastimarlo, mejor, pero todo arriba del ring, porque abajo somos amigos.
-¿Eras de pelearte de chico?
-Siempre fui muy tranquilo, pero a la hora de tener que pelear, lo hacía con todo. Recuerdo que cuando tenía 10 años y jugaba al fútbol en el Lote Hogar 8 o el 15, siempre al final había piñas y yo estaba metido en el lío.
-¿Cómo anduviste con el estudio?
-Terminé la Primaria en esa escuela, era un bocho en matemática. Ahora quiero hacer la Secundaria en la noche.
-¿Por qué boxeador?
-En mi familia nadie fue boxeador, pero con mi hermano Ricardo siempre armábamos un ring en el fondo de casa y nos dábamos. Empezamos en el Landini en el 2000, que es donde conozco a mi técnico, Rubén Ojeda.
-¿Dónde viviste en la infancia?
-En Chimbas, en Salta y 25 de Mayo, con mis tres hermanos y mi vieja. Yo soy el más chico de los cuatro hermanos.
-¿Cómo fue esa etapa?
-La verdad que muy dura, mis viejos se separaron cuando tenía 5 años. Uno aprendió desde ese momento a ganarse la vida solo. Desde los 9 años trabajé junto a un señor vendiendo copos de nieve para traer dinero a casa.
-¿En algún momento esas carencias llevaron a tener que pasar hambre?
-Había veces que sí. En Reyes, el Día del Niño ninguno tenía regalo. Éramos cuatro hermanos chicos, pero pensábamos como grandes. Tuvimos que madurar de golpe. Soy un convencido de que lo que no tuve de chico, me fortaleció más.
-Estando siempre en la calle, ¿nunca te tentaron las cosas malas?
-Oportunidades de esas hay muchas, pero yo pensaba que no debía fallarle a mi mamá. Y por seguir ese buen camino me gané la confianza de gente de mucho dinero. Por ejemplo, el señor que es dueño de la empresa donde trabajé hasta el año pasado en el Parque Industrial.
-Ahora que vivís sólo del boxeo, ¿cómo se llega a fin de mes?
-Se complica mucho por el tema del alquiler, es dinero que recibís y ahí nomás lo tenés que pasar al dueño.
-¿Por qué pensás que muchos boxeadores terminan mal su vida una vez que se retiran?
-Por ahí se les sube el humo a la cabeza. Yo siempre doy el ejemplo de Víctor Echegaray. No sé qué edad tiene, pero es alguien que se cuida. Por ejemplo, en el Luna Park, conocí a Nicolino Locche y era una pena ver como tres personas lo tenían que ayudar para subirse al ring.
-¿Qué viene para vos?
-El 13 de octubre peleo una eliminatoria por el título mundial pluma con Luis Franco. Estoy haciendo la parte física con Mario Cabello, además le agregué pesas en el gimnasio. Entreno en doble y triple turno. Es mi mejor preparación.
-La última, Monzón explicó una vez que se retiró porque vio venir la mano que lo tiró y no la pudo esquivar, ¿cuándo pensás decir basta?
-No creo que pelee hasta muy grande. Yo de niño tuve que crecer solo y no quiero que a mis hijos les pase lo mismo. Hay algo claro: tengo 27 años y 14 me la pasé boxeando. Peleé más de lo que viví.

