Estaba en la casa de sus padres. En el Barrio Aramburu. Gozando, en familia, de un descanso merecido. En el día después de la consagración con Centro Valenciano, el equipo que él dirige. Jorge Otiñano, el "Negro" para todos, se sentía pleno. Orgulloso de lo que había conseguido con los suyos. La consagración en el Apertura del hockey local seguía todavía en sus retinas. "El título es de todos. De los jugadores, del cuerpo técnico entero, de los dirigentes y de la gente de Valenciano. Yo estoy feliz porque tengo un grupo maravilloso. Que trabajó y se esforzó al máximo. Y que logró lo que soñaba…". Y el Negro no sólo habló de lo de antenoche, sino que lo hizo a futuro. Diciendo, por ejemplo, que su amigo David Páez vendrá a jugar en San Juan y lo hará en Valenciano. Igual que el Josi García. Pensando en la Liga Nacional que se viene. Por todo eso es que lo disfruta. Junto con sus padres (Susana y Hugo Alfredo), sus hermanos (Verónica y Eduardo) y sus sobrinos regalones (Juan Cruz y Josefina Del Valle), con ambos en la foto…

– ¿Con Valenciano ganaron el título en base a qué?

– Todos fuimos ordenados y respetuosos de cada función. Yo les digo a los jugadores que cuando uno, como técnico, llega a un plantel, tus decisiones están por encima de todo. Y no lo digo por soberbio o algo parecido. Lo digo por una cuestión de obediencia. A jugadores experimentados, como Pablo (Garcés), les tenés que hacer entender las cosas a tu manera. Eso sí, con todos tiene que ser igual. Hay que convencerlos que la única manera de conseguir un objetivo es laburando. Ellos nunca entrenaron un domingo y ahora lo hicimos. Inclusive en Semana Santa.

– Cuando tomaste Valenciano, ¿sabías que estarías en la pelea?

– Uno siempre confía en lo que es capaz de hacer. Y en este caso en los jugadores que vos tenés. Este es un buen plantel, al margen de su juventud. Yo sabía que a medida que Andrés (Garramuño) se afianzara en el arco y que Romero y Serafini encontraran el punto ideal, seríamos protagonistas.

– ¿Vos trajiste a Romero y a Serafini?

– A Emiliano (Romero) sí. A Santiago (Serafini) lo trajeron los dirigentes. Al Emi lo conozco desde que es chico, porque dirigí inferiores. Y me di cuenta que tiene pasta de gran jugador. Me costó convencerlo que viniese a Valenciano pero lo logré. Y a Serafini lo llamaron los dirigentes, pero aceptó cuando le dijeron que yo sería el técnico.

– Y llegaste cuando en el club se hizo un cambio radical…

– No sé si ese cambio se produjo porque los jugadores se quisieron ir o porque estaba programado. Lo que sí sé es que la idea de los dirigentes era apostar a estos chicos.

– ¿Y ahí empezó el cambio?

– Y… Sí. Por ejemplo, me di cuenta que podía bajarlo a Pablo (Garcés) para que armara juego desde el fondo; él siempre fue delantero pero me acordé de las cosas que me dijo el Negro Páez, cuando le tocó hacer lo mismo en el Barcelona. Y después darle continuidad a Pepe Gómez, que es un referente del club. Y es un jugador muy aplicado, muy respetuoso. Siempre es el primero en llegar a los entrenamientos y el último en irse. Por eso es el capitán. Venía sin jugar o yo le transmití lo que quería. Y él sabe quién le vende humo o le metés el dedo en la boca.

– ¿Te sentís un técnico ganador?

– Me siento un técnico trabajador. Yo sólo quiero transmitirle al jugador las ganas de ganar.

– ¿Es cierto que tendrás como refuerzos para la Liga a David Páez y al Josi García?

– Tal cual. David viene si Dios quiere. En una cena de fin de año, en Concepción, él dijo que cuando se viniera de España, y si tenía todavía ganas de seguir en el hockey, iba a jugar en el equipo que yo estuviese dirigiendo. El equipo que sea. Y el Josi viene seguro.

– Se nota que sos muy amigo de David…

– Es mi mejor amigo. Igual que su hermano, el Negro. Sólo espero que cumpla con su palabra de jugar en donde yo estoy dirigiendo.

– Pero, ¿ya lo han arreglado?

– Sí, porque eso le servirá para ponerse a tono para la preparación pensando en el Mundial. También para que lo vea su familia jugar acá.

– ¿Y ahí sí te vas a jugar otra vez por el título?

– Igual que los técnicos de todos los otros equipos. Hay que ser respetuoso.

– ¿Te gustaría dirigir la Selección argentina de mayores algún día?

– Está José (Martinazzo) y ya ha dado muestras que trabaja muy bien. Pero sí, dirigir a la Selección Mayor es un sueño que tengo desde que empecé a dirigir. Ojalá que Dios me dé alguna vez esa oportunidad. Pero yo creo que eso es algo que uno se lo tiene que ganar. Con méritos, con trabajo.

– ¿Seguís con hambre de gloria entonces?

– Eso no se te tiene que acabar nunca. Así me lo enseñaron desde chico y yo soy obediente.