San Juan.- La situación se repite a lo largo de la provincia, muy especialmente en viviendas en extremo precarias. En el interior de la Villa Libertad, de Pocito, viven los Molina. Se trata de una pareja de ancianos de 84 y 86 años de edad, cuya casa está al borde del derrumbe. Los abuelos viven solos y la situación de miseria es alarmante.
Esta mañana temprano, sus hijas llegaron para socorrerlos. El hombre, cansado, se sentó frente al brasero y el sueño lo venció. A pocos metros, la habitación con techo de cañas, se sostiene casi de milagro, mientras los colchones se airean. No tienen nada.
Con una beba en una casa de barro
Por calle 7, metros antes de Mendoza, viven los Saavedra. Una pareja y sus cuatro hijos, la más chica una beba de tres meses. El rancho, hecho de adobe, está cerca del derrumbe. Los techos se filtran y agrietan. La lluvia que cayó durante más de 24 horas casi de forma ininterrumpida, hizo estragos.
Como si fuera poco, no tienen agua potable. Todos los martes pasa el camión municipal y les llena cuatro tachos. Con eso deben vivir toda la semana. Después de la tormenta, el agua quedó totalmente contaminada. Según la mamá, no tiene forma de prepararle leche a la beba. Y encima, deben esperar hasta el martes para que el camión vuelva.
Techo apuntalado
Justo al lado de los Saavedra viven los Vera. Una pareja y sus cuatro hijos, de 8 a 18 años de edad. Pasaron la peor noche en mucho tiempo, con el miedo constante al derrumbe. No es la primera vez que les sucede. Tormentas anteriores ‘comieron’ las paredes, por lo que se terminaron cayendo.
El techo de caña tiene decena de goteras y está apuntalado con palos que parecen no resistir mucho tiempo más. El drama de estas familias pocitanas se repite en varias zonas de San Juan.