La educación es un proceso intencional cuyo objetivo fundamental es perfeccionar al ser humano en todas sus capacidades y potencialidades, pues, en el está su determinación de lo específicamente humano y su desarrollo. Cuando por alguna circunstancia o actividad se restrinja, omita o desvirtúe esa finalidad, se acerca al sujeto a la deseducación. Este fenómeno no es fácil de ser advertido ya que todos quienes de alguna forma actúan vinculados a los aprendizajes, ya sean estos sistematizados o no, de alguna forma pueden promoverlo.

El fenómeno de la deseducación se está presentando hoy con un alto grado de perversión y no podría ser de otra manera cuando lo más esencial a la condición humana se ve vulnerado por distorsiones que rompen con la verdadera naturaleza de la formación, urbanidad y la misma cultura.

En la presente nota vamos a proyectar lo que serían las etapas de la deseducación desde lo personal a lo social:

1- Falta de afecto en la primera infancia. 2- Juegos reprimidos en la segunda infancia. 3- Identificación con los padres, ausente de realización. 4- Carencia de juegos infantiles que promuevan el quehacer cotidiano. 5- Padres que no inducen al niño en las primeras experiencias laborales. 6- Importantes omisiones y descuidos en los mayores en la supervisión y control de las actividades del pre adolescente. 7- Mayores que niegan al adolescente realizar trabajos de media jornada. 8- Falta de estudio en el adolescente y ocio sin ocupación alguna. 9- Jóvenes que no mantienen diálogos con sus padres y son inestables en incorporar valores familiares, sociales y culturales. 10- Jóvenes que se inician en experiencias prematuras de sexo, parejas y formación de familias. 11- Ocio de jóvenes inducidos por el adulto al facilísimo de alcanzar metas o dineros y que no promueven fuentes laborales genuinas. 12- Falta en jóvenes, de una cultura sexual, familiar y del trabajo sustentada en responsabilidades orientadas. 13- Facilísimo de jóvenes que consiguen cosas diversas sin esfuerzo y mérito alguno, llegando hasta delinquir. 14- Una población de adultos que no puede realizarse por un trabajo estable y continuo. 15- Una comunicación que ofrece todo en la compra y la venta y que no repara en el ahorro por el sacrificio que representa. 16- Una multiplicidad de propuestas culturales y artísticas efímeras que no continúan con una formación para un oficio o profesión. 17- Pérdida de valores ausentes o desprovistos de fundamento para ser tenidos en cuenta. 18- Medios masivos de comunicación que promueven actividades personales o grupales que ocultan una realidad con proyección de futuro.

Solo una sociedad formada en la responsabilidad podrá hacerle frente a una virtual deseducación que amenaza a toda institución y atenta sin perjuicio alguno contra la persona. Algunos signos ya son visibles y una comunidad necesariamente debe reaccionar; por nuestros niños, por nuestros jóvenes, por nuestras familias, por cada ciudadano.

En efecto, una cierta consecuencia de una fatal perversión ya publicada en el artículo "El fenómeno del aborto” ha puesto en evidencia el acentuado hecho de la "Irresponsabilidad sexual” pues se alienta el sexo cuidadoso y compulsivo sin que nuestros jóvenes y adultos hayan resuelto o definido saber "qué es lo que se debe hacer en una relación y que es lo que no se debe hacer en ella”. En definitiva el verdadero problema que afecta a nuestra sociedad es el de la educación o más propiamente hablando y con manifiesta propiedad el alarmante fenómeno de la deseducación.

Las familias deben resolver y dar solución a este problema, el Estado debe diseñar programas de acción y formación concreta y finalmente ningún joven o adulto debe perder la virtud de vivir con rectitud y responsabilidad.

(*) Filósofo, pedagogo. Autor de la Disciplina Artística Integrada. Orientador escolar.