Mientras Francia intenta recuperar la normalidad tras los atentados yihadistas de la pasada semana, emergen relatos que convierten el comportamiento de algunos ciudadanos anónimos en héroes en medio de la masacre terrorista.

Es el caso de Lassana Bathily, un maliense de confesión musulmana y de 24 años de edad que trabaja desde hace cuatro años como empleado del supermercado judío Hyper Casher del Este de París, donde se produjo uno de los ataques.

El pasado viernes, Bathily se encontraba en la tienda cuando el terrorista Amedy Coulibaly irrumpió en el establecimiento. El joven acertó a esconder en una cámara frigorífica a seis clientes de la tienda para que el asesino integrista no pudiera encontrarlos.

"Cuando bajaron corriendo, abrí la puerta. Varias personas entraron conmigo. Apagué la luz y apagué el congelador. Los metí dentro y cerré la puerta. Les dije: ‘Permanezcan tranquilos, yo voy a salir’", explicó Bathily a la cadena BFM TV.

Bathily logró escapar del supermercado utilizando un montacargas y salió con las manos en alto. La policía lo mantuvo esposado durante hora y media hasta cerciorarse de que no estaba implicado en el asalto. Después, le pidieron que dibujara un plano del establecimiento para ayudarles.

"Yo conocía las salidas de socorro y logré tomar un montacargas para salir. Pero si me hubiese visto, estaría muerto", comentó el joven, que ha compartido su relato en los medios sin buscar protagonismo. Finalmente, ninguno de los seis rehenes que logró esconder en la cámara frigorífica resultó herido y sus indicaciones resultaron de gran utilidad a la policía para saber lo que estaba ocurriendo dentro.

Se trata del segundo héroe musulmán de los atentados, tras el policía de 41 años Ahmed Merabet, que fue rematado en el suelo por uno de los hermanos Kouachi en un gesto brutal que ha quedado retratado en las imágenes que han dado la vuelta al mundo.

Bathily, sin embargo, no tuvo un camino fácil para formar parte de la sociedad francesa, que hoy pide a través de una campaña en las redes sociales que se le conceda la nacionalidad francesa y la condecoración de la Legión de Honor.

Nacido en la ciudad maliense de Samba Dramané, cerca de la frontera con Senegal, Bathily llegó a Francia en 2006, con 16 años, para reunirse con su padre. "Mi madre nunca pudo venir y actualmente sigue en Mali", explicó uno de los rostros que han barnizado de dignidad la tragedia terrorista. Instalado originalmente en una residencia parisina para trabajadores inmigrantes, donde vivía "como en una familia", tardó cuatro años en regularizar su situación en Francia.

"Fue muy duro, en términos de trabajo, e incluso para integrarse en la sociedad francesa", comentó el joven, que empezó trabajando en la restauración y poco después entró en nómina del supermercado kosher.