Jamás imaginó el presidente Roberto Ortiz (1938-1940), que aquel majestuoso crucero llegado al Puerto de Buenos Aires, procedente de Estados Unidos, años más tarde sería uno de los protagonistas incondicionales de una guerra que finalmente lo llevó injustamente al fondo del mar. Aquel crucero ostentaba en esos años el nombre de "Phoenix”, y había partido de la Base Naval de Filadelfia el 3 de octubre de 1938, en un su viaje inaugural por la costa atlántica, arribando a Buenos Aires en diciembre de ese mismo año. El crucero era el futuro buque insignia de la Armada Argentina "ARA General Belgrano”, cuya historia nos sorprende, no sólo por su final trágico, perpetrado cobardemente por los ingleses, sino también por todas las vicisitudes propias que ejecutó.

El nacimiento de esta nave de guerra se remonta al mes de abril de 1935, cuando se inició su construcción en Estados Unidos. Tres años después fue botado en el otrora astillero New York Shipbuilding Corporation, situado en Nueva Jersey. Al poco tiempo fue alistado en la armada norteamericana. Su nombre -"Phoenix”- fue elegido como homenaje a la capital del Estado de Arizona. Fueron diversas las ocasiones en que este monumental navío cobró protagonismo, una de las más relevantes -antes de que fuera nuestro- fue su presencia durante la Segunda Guerra Mundial, en la base naval estadounidense de Pearl Harbor en Hawai. Cuando se produjo el ataque japonés el crucero se encontraba apostado en la bahía y con mucha suerte y pericia de sus marinos, salió ileso de los mortíferos ataques de los aviones torpederos nipones. Luego de este suceso la nave tuvo destacado papel en el final de la guerra, interviniendo en casi 10 batallas en los océanos Pacífico e Índico. Finalmente pasó a la reserva, en 1946. Varios años estuvo anclado en Base Naval de Filadelfia, donde se le efectuó un minucioso proceso anticorrosivo para su preservación.

En 1950, Estados Unidos los puso en venta, junto con otros buques de guerra. Es aquí cuando el gobierno del General Juan Domingo Perón, preocupado por equipar las fuerzas armadas adquirió dos naves: el nombrado "Phoenix”, que fue llamado "ARA 17 de Octubre” y un crucero idéntico llamado "Boise”, denominado "ARA 9 de Julio”. Los dos se compraron totalmente modernizados, en condiciones operativas inmediatas. En cuanto a este último cabe decir que tuvo el triste protagonismo de bombardear los depósitos de combustibles de la ciudad de Mar del Plata, al mando del contraalmirante Rojas, en la autodenominada Revolución Libertadora. Posteriormente fue radiado de la marina, en 1977, y fue vendido a su país de origen para ser utilizado como museo de guerra.

Siguiendo con el derrotero histórico del ahora "ARA 17 de Octubre”, este cumplió una significativa función estratégica en cuanto a la defensa de nuestras aguas jurisdiccionales, pues la política exterior justicialista tuvo el mérito de ampliar la soberanía argentina hasta 200 millas náuticas, razón por la cual se hacia necesario pertrechar la marina de guerra. En estos años muchas fueron las misiones que cumplió, llegando a ser la nave insignia de la armada. Llegado el año 1955, y luego del golpe cruento que derrotó a Perón, el crucero fue rebautizado con el nombre conocido: "ARA General Belgrano”, cambio debido a la desperonización imperante en esos tiempos. El crucero se transformó con el tiempo en una nave muy apreciada por la población de Punta Alta y Bahía Blanca, en diversas ocasiones, cuando se encontraba apostado en la Base Naval Puerto Belgrano, fue objeto de visitas guiadas. Quien escribe esta nota tuvo oportunidad de conocerlo en ocasión de estar cumpliendo con el servicio militar obligatorio en la Base de Infantería de Marina Baterías, en 1977. Era una verdadera fortaleza flotante, impresionantemente grande y majestuosa. Ya sabemos el resto de su historia, que nos conmueve y nos irrita a la vez. Ahora yace sumergido a miles de metros, en el fondo del Atlántico, como una gran sepultura que abriga a nuestros héroes.