La delegación del club Chapecoense debió cambiar sus plantes de vuelo a Colombia por una decisión de la autoridad de la aviación brasileña, que le impidió desplazarse a Medellín en un vuelo chárter, por lo que debió embarcar en un avión comercial que se estrelló poco antes de llegar a Medellín. Cambiar de avión y partir desde Sao Paulo dos horas después de lo previsto por los directivos del club del estado sureño de Santa Catarina fue el comienzo de una tragedia.

IMPRESIONANTE. Entre el barro, las complicaciones del terreno y la desesperación colectiva, el trabajo de los rescatistas colombianos fue intenso para poder recuperar cadáveres e intentar algún salvataje.

El club brasileño, clasificado hace ocho días para jugar la final de la Copa Sudamericana frente al Atlético Nacional colombiano pretendía viajar a Medellín en un vuelo fletado, que no fue autorizado por la Agencia de Aviación Civil (ANAC) de ese país. 

Los directivos alteraron entonces la programación del ’Verdao del Oeste’ e hicieron conexión a Colombia desde el Aeropuerto Internacional Viru Viru, en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra en un vuelo de la aerolínea LAMIA.

La aeronave tipo RJ85 y matrícula CP2933, con nueve tripulantes y 72 pasajeros era esperado en el Aeropuerto Internacional José María Córdova de Rionegro a la medianoche. Testigos y autoridades locales señalaron que el aparato se precipitó en el sector cerro El Gordo del municipio de La Unión, en el Oriente del departamento de Antioquía, cuya capital es Medellín.

La Agencia de Aviación Civil (ANAC) de Brasil desautorizó la partida del Airbus de ese país para cumplir el trayecto directo hasta Medellín, lo que obligó a la delegación a utilizar un Plan B. La misma aeronave los condujo hasta Santa Cruz de la Sierra para fletar una aeronave de la empresa de chárter LAMIA (Línea Aérea Mérida Internacional de Aviación), una compañía anónima de capital venezolano nacida en 2009 en el estado de Mérida, aunque opera desde Bolivia. Las leyes aeronáuticas establecen que los vuelos privados deben tener matrícula del país desde que se parte o al que se llega.

 

1987 Fue el último accidente aéreo vinculado con el fútbol y fue con Alianza Lima de Perú que el 8 de diciembre se estrelló en el mar, muriendo 43 personas.

Horas después, partieron desde el Aeropuerto Internacional Viru Viru, de Santa Cruz. La travesía duraría unas cuatro horas y la delegación debería llegar a su destino antes de la medianoche en el avión de la compañía LAMIA, un RJ100 cuya fabricación británica data de los años 90 y que es llamado así en el ámbito aeronáutico por tratarse de un ’Regional Jet’.

LAMIA, la aerolínea propietaria del avión siniestrado, lleva poco más de un año funcionando en Bolivia y se había especializado en transportar a equipos de fútbol como el brasileño Chapecoense, que perdió a casi todos sus jugadores en el accidente. La Línea Aérea Mérida Internacional de Aviación (LAMIA) tomó su nombre de su antigua ubicación, en el estado venezolano de Mérida, pero lleva desde julio de 2015 reubicada en Bolivia. La empresa nació en Venezuela, ‘pero ahora es toda boliviana‘, dijo el director general de la compañía, Gustavo Vargas.

La firma operaba con un solo avión, el Avro Regional Jet 85, que ‘había pasado todos los controles’ y contaba ‘con el visto bueno‘ de las autoridades. Sin embargo, ese avión se dejó de fabricar en 2003.

 

El tributo copero del Nacional
 

El club Atlético Nacional pidió ayer a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) entregar el título de la Copa Sudamericana 2016 al Chapecoense, como un homenaje póstumo a las víctimas mortales que dejó la tragedia. ‘De nuestra parte, y para siempre, Chapecoense Campeón de la Copa Sudamericana 2016‘, agrega la información. Por su parte el alcalde de Medellín convocó asistir al estadio del Atlético a rendir homenaje y pidió ‘llevar velas, flores y a vestirse de blanco‘.

 

Ofrecen jugadores gratis

Todos los clubes del fútbol brasileño mostraron su solidaridad con el Chapecoense, después del accidente de avión que sufrieron cuando llegaban a Medellín, ofrecieron préstamos de jugadores gratuitos y que el equipo no descienda al menos por las próximas tres temporadas a la B. En tanto, Palmeiras, flamante campeón brasileño, pidió permiso para usar la camiseta de Chapecoense en la última fecha del campeonato brasileño, el 11 de diciembre, como homenaje a los futbolistas fallecidos.
 

Neto: El último sobreviviente

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Cuando quedaban pocas esperanzas y se habían ejecutado todas las acciones para encontrar sobrevivientes en un contexto dramático entre los escombros de un avión que transportó la ilusión de un equipo de fútbol, unos gemidos en el fuselaje dieron cuenta de vida entre tanta muerte. El defensor de Chapecoense de Brasil Hélio Hermito Neto fue el sexto sobreviviente del accidente aéreo en Medellín. Neto, de 31 años, fue auxiliado con lesiones severas en el cráneo, tórax y la zona abdominal, pero aún así esbozó un pedido de socorro que acaparó la atención de los rescatistas en la madrugada colombiana. De inmediato, el defensor brasileño fue derivado al hospital San Juan de Dios.

 

Salvado por el pasaporte

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Matheus Saroli, hijo del director técnico de Chapecoense, iba a viajar junto con su padre y el resto del plantel pero no se embarcó en San Pablo al haberse olvidado su pasaporte. A través de las redes sociales se conoció la historia del hijo del entrenador que a raíz de este percance se salvó de milagro. Su padre, Caio Junior, entrenador del equipo, es uno de los fallecidos. ‘Estaba en San Pablo, pero no embarqué porque me había olvidado el pasaporte‘, explicó en las redes sociales Matheus Saroli. Por ende, no figuraba en la lista de pasajeros.

 

Thiaginho: futuro papá

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Uno de los jugadores de Chapecoense que murió en la tragedia aérea de Colombia, Tiago Da Rocha Vieira, ‘Tiaguinho‘, de 22 años, se enteró que sería papá por primera vez antes del vuelo. Sus compañeros grabaron el momento en el cual, a través de una carta, su esposa le daba la buena noticia. El video, que se viralizó en las redes sociales muestra al volante del equipo brasileño recibiendo la noticia en la concentración, cuando lo muestra abriendo la carta con mucha tranquilidad hasta que interrumpió con un salto y un grito de furor.