A la entrada o la salida de Pedernal, depende de por cual lado de la ruta se ingrese, la capilla de Nuestra Señora del Rosario se erige altiva y se destaca entre las casas de campo. Y en sus fondos, que están bajando la barranca, se esconde una de sus particularidades, un gran corral que usan para los festejos patronales y en el que los grandes protagonistas son los gauchos.

Hasta fines de 1960, las familias más religiosas de Pedernal tenían sus propias y distintas imágenes de la Virgen, por lo que cada una le festejaba, cuando llegaba la fecha, sus fiestas, con novenas, procesiones y asados. Entre ellas estaba la de Úrsula Chaparro de Castro, quien era devota de Nuestra Señora del Rosario.

En su casa se hicieron recordadas celebraciones, incluso hasta que los tapiales que cobijaban a la Virgen estuvieron tan gastados que parecían a punto de caer. Fue entonces que los vecinos decidieron crear un oratorio, armaron una comisión y en 1969 construyeron una capillita en un terreno donado por María Villarroel de Guevara. Y al momento de elegir la patrona, Úrsula no tuvo dudas: sacó a su Señora del Rosario de entre las tapias y se la ofreció al templo vacío.

Entonces en Pedernal tuvieron su única y gran fiesta patronal. Y las procesiones con la Virgen en andas las comenzaron a protagonizar los gauchos de la zona, que en caballos la paseaban por el pueblo, altivos y agradecidos por su protección.

Con semejante impronta, no tardaron en sumar jineteadas y destrezas criollas a las celebraciones y para eso hicieron, en el bajo que está detrás de la capilla, un gran corral, en el que reúnen a los animales que van a usar. Así, tras las misas que le ponen fin a la novena, el pueblo se junta para admirar la bravura de los gauchos devotos.

El templo cambió mucho desde 1969 y recibió varias refacciones, que lo han convertido en un lugar que tiene una gran nave y columnas y techo con cobertura de machimbre. Pedernal es un pueblo de aproximadamente 700 habitantes y está ubicado a unos 35 kilómetros al Oeste de Media Agua.