San Juan.- Sólo un fanático puede entenderlo. Imposible que un sentimiento así entre en la cabeza de una persona a la que no le gusta el fútbol. “Sergio corazón de León”, como se hace llamar, es enfermo de Trinidad. ¿Cuánto? Mucho. A tal punto de perder su primer empleo con tal de seguir al club de sus amores, de discutir con su esposa a menudo, de gastar gran parte de su presupuesto en entradas, viajes y camisetas.

 

 

Sergio Guillermo Vera Caravajal tiene 40 años y dedica gran parte de su vida al León. “Es mi religión”, dijo a DIARIO DE CUYO. A diferencia de lo que suele ocurrir, él no ‘heredó’ la pasión. Su padre era hincha de Central Norte de Salta y su mamá es de Sportivo Desamparados. Es más, un tío abuelo fue socio fundador de Del Bono.

 

Lo suyo fue amor a primera vista. “Yo me escapaba de mi casa para ver los partidos, después venía el castigo pero me aguantaba con mucho gusto. A los 8 años jugué en la escuelita del club y nunca más me separé de este gran amor”, sostuvo. En plena adolescencia, atendía una verdulería y sin avisarle al dueño, bajó las persianas y se fue a La Rioja. “Jugamos contra Independiente, ganamos 1-0 con gol de Elvio Álvarez”, recordó. De más está decir que al regresar, era un desocupado más.

 

Las peleas familiares son casi, casi habituales. “Un día le ganamos a Unión 4-3 en su cancha, por el Argentino B. Mucho festejo, mucho brindis. Cuando volví a mi casa mi mujer no me dejó entrar”, comenta entre risas. “Esas cosas son únicas. Sin ir más lejos, el domingo contra Atenas mandé a todos a un cumpleaños y yo me fui a ver a Trinidad”, agregó.

 

En sus años de juventud, Sergio iba a la popular pero cuando nació su hijo Diego comenzó a ocupar un lugar en la platea. Ahora van siempre juntos, con un trapo que cuelgan siempre en el alambrado. “Mi nene entró muchas veces con los jugadores, la primera vez lloré de emoción porque siempre soñé con ese momento”.

 

 

Fanático como pocos, tiene dos leones tatuados. “Por Trinidad lloré muchas veces. De tristeza cuando perdimos con Juniors de Córdoba. Podríamos haber ascendido. Todavía no sé cómo se nos escapó. Y de alegría el día que dimos la vuelta por el local”. 

 

Sergio sabe que no todos entienden su ‘locura’. “Peleo mucho por Trinidad. Dicen que somos pocos y yo les digo ‘seremos lo que digan pero fieles a los colores y no a una categoría”. 

 

“Yo amo este club tanto o más que a mis hijos. Si alguna ves ven a un loco por la calle con algo de Trinidad, seguro soy yo”.