Más que maestro autodidacta, el primer pedagogo de nuestro país nació en la provincia de San Juan (Argentina) el 15 de febrero de 1811. Domingo F. Sarmiento estimuló aquello por lo que había luchado toda su vida: la educación y la cultura de su pueblo. Entre su notable obra educativa, además de lograr que en este período la población escolar se elevara de 30.000 a 100.000 alumnos, merece citarse la creación de numerosas escuelas primarias e instituciones educativas. Fundó la revista "El Monitor de la Educación Común", referencia fundamental para la educación argentina. Defendió la postura secular triunfante en el Congreso Pedagógico de 1882. Este ámbito de discusión impulsó la Ley 1420 de Educación Común que establecía la obligatoriedad, gradualidad y gratuidad en la escuela primaria.

En su ideario pedagógico notase la influencia de Charles Maurice de Talleyrand quien el 14 de julio de 1789 en su condición de Obispo de Autun y representante del Episcopado ante la Asamblea sostiene la Declaración de los Derechos del Hombre y de su puño y letra se redacta el artículo 6, cuyo texto reza así: "La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen el derecho de participar personalmente o a través de sus representantes en su formulación. La ley servirá a todos por igual, a los que protege como a los que condena. Todos los ciudadanos son iguales ante ella y por lo tanto elegibles para cualquier cargo público, responsabilidad u ocupación de acuerdo con sus habilidades". De François Pierre Guillaume Guizot quien en quince años, bajo su influencia, el número de las escuelas primarias aumenta de 10 a 23.000 introduciéndose las escuelas normales para maestros, y el sistema de inspección creándose los consejos de educación, bajo la autoridad compartida de laicos y eclesiásticos. Así mismo, las enseñanzas secundaria y universitaria fueron objeto de su protección y desvelos dándose un prodigioso impulso a los estudios filosóficos y a la investigación histórica. De Nicolás De Condorcet quien pretende unificar los aprendizajes de todos los ciudadanos, pues menciona que lo fundamental en la educación es: instruirse y cultivarse, y estos van a constituir el desarrollo de la autoestima y el amor por la humanidad; es decir, va a lograr en los alumnos sobrellevar las diversas situaciones que se le presenten. Además menciona, que la instrucción debe de tener consigo, un carácter público, es decir, separar la iglesia de la educación; pues antes, ella, tenía a su cargo la educación, eran los sacerdotes quienes instruían a los alumnos, y no todos tenían acceso a la educación. En Condorcet el término "instituir" significa ante todo fundar, instaurar; pero este acto inicial se confirma y se reencuentra en su reafirmación misma: lo instituido emplea lo instituyente de la fundación. Por otro lado, instituir significa instruir a los niños. Estos dos sentidos (fundar e instruir) se unen en su propuesta y tiene como finalidad, tener una democracia capaz de asegurar la felicidad y el desarrollo de todos los individuos de la nación y la instrucción pública ofrecer a los seres humanos, la oportunidad de desarrollar sus capacidades, así como satisfacer sus necesidades para poder asegurar su bienestar. De Johann Heinrich Pestalozzi sobre educación elemental: que debía partir de la observación de las experiencias, intereses y actividades educativas; de no enseñar nada que los niños no pudiesen ver (idea tomada de Rousseau) y consideró que la finalidad principal de la enseñanza consistía en desarrollar las fuerzas de su inteligencia, dividiendo aquella en forma gradual, de acuerdo a su evolución y donde se tomara en cuenta al individuo como una unidad de inteligencia, sentimiento y moralidad; y que cualquier irregularidad en estas características, conlleva a la nulidad de una educación integral. Incluyó también la educación física como medio de fortaleza y resistencia corporal, cerrando así el ciclo de una educación integral, que va desde lo más espiritual a lo puramente corporal. De Horace Mann quien, leyó varias obras de pedagogía y llevó a cabo una intensa campaña pública sobre los problemas de la educación. Ya como secretario realizó un esfuerzo prodigioso durante 12 años que permitió reformar completamente las escuelas de Massachusetts, hasta el punto de que se convirtieron en modelo de la enseñanza pública para otros Estados. Entre sus éxitos merecen mencionarse la creación y dotación de bibliotecas escolares en todos los pueblos, el establecimiento de una escuela piloto y la organización de conferencias de maestros durante los veranos. Su triunfo mayor, en contra de una ruda oposición, fue la apertura de una Escuela Normal para maestras en Lexington y dos mixtas en Barre y Bridgewter en 1839-40.

No cabe duda que quien habla de Sarmiento reconoce su anhelo e identifica la idea de Nación con la idea de Educación ejemplo para los gobernantes.