El inicio de la historia de la afamada bodega Santiago Graffigna se remonta a 1862, año en que llegó a San Juan el inmigrante italiano don José Graffigna, un aventurero que luego de mucho recorrer, encontró aquí una tierra con las características ideales para el cultivo de la vid. Así fue que compró una propiedad con viña en Concepción.

Pocos años después, en 1865 arribó a estas tierras su hermano, don Juan Graffigna, quien se enamoró inmediatamente del lugar y comenzó a trabajar en sociedad con él por un breve período. Fueron estos inmigrantes italianos los que trajeron consigo excelentes variedades de uvas europeas, las cuales incorporaron a nuestro suelo y, por supuesto, la gran experiencia vitivinícola italiana.

Fue en 1869 don Juan Graffigna quien, continuando la tradición familiar, comenzó modestamente las actividades de la bodega con la compra de una propiedad en Desamparados.

Años más tarde, ante las excelentes posibilidades que ya demostraba el negocio, Santiago Graffigna, que se encontraba en Italia, fue solicitado por su tío para que lo venga a ayudar. Es así como don Santiago, seducido por la descripción de estas tierras, decidió embarcarse para América en busca de su porvenir. Arribó a Argentina en 1875. Santiago Graffigna fue quien, verdaderamente, dio comienzo a esta gran empresa. Arribó al país siendo tan sólo un niño: tenía 12 años cuando comenzó a colaborar con su tío.

El laborioso Santiago tomó en arrendamiento las viñas y la bodega de don Juan, adquirió un gran terreno junto a estas fincas y comenzó la construcción de la actual Bodega Graffigna.

La llegada del ferrocarril a la ciudad, el 12 de abril de 1885, trajo por sus rieles el progreso. Las ventas de la bodega se multiplicaron por diez. Se introdujeron modernas máquinas y técnicas de elaboración, y se comenzó a producir vinos de mayor calidad. Santiago Graffigna ocupó un lugar destacado en la viticultura nacional desde un principio.

Marca Colón

Debido a la gran demanda de los vinos, en 1896 se registró la marca ‘Colón’ y se intensificó el comercio de vinos a Buenos Aires y otras regiones del país. Se inauguró el primer galpón importante de la actual bodega, que para el cambio de siglo estaba construida casi en su totalidad. El nombre ‘Colón’ fue en homenaje al barco del mismo nombre que lo trajo a la Argentina.

En 1913 su hijo, Juan A. Graffigna, regresó de Italia con el título de enotécnico obtenido en la Escuela de Alba en Milán.

Su hijo Juan asumió la dirección técnica del establecimiento y produjo cambios sustanciales en los métodos enológicos y en las técnicas de elaboración. Introdujo en la Argentina el uso del frío en la vinificación, instalando los primeros compresores, como también el uso del anhídrido sulfuroso líquido y dosable, trayéndolo en tubos de Alemania. Esta técnica le permitió obtener nuevos tipos de vino.

En 1921 se plantaron nuevos viñedos seleccionados en Ullum y Pocito, y en 1922 se comenzó la construcción del establecimiento de Rinconada, para la elaboración de vino tipo licorista base para vermouth, especialmente para la empresa Cinzano.

Santiago Graffigna tenía una cuba de 200.000 litros de capacidad que hizo construir en Francia y era la de mayor tamaño de Sudamérica.

La Bodega ‘Rinconada’, proyectada por Juan Graffigna, fue una obra modelo en su género. Llamada ‘Don Juancito’, la bodega consistía en un edificio de tres pisos de piletas, que permitía realizar las tareas enológicas por el uso simple de la fuerza de gravedad; disponía de tonelería, usina termoeléctrica, talleres y desvío ferroviario que permitía el ingreso de los vagones de transporte a la misma bodega y era considerada la más moderna del mundo en su momento.

Ese mismo año se trajeron vides americanas resistentes a la filoxera y se efectuaron los primeros ensayos de injertos. Fueron los pioneros de la región.

Santiago Graffigna viaja a Italia a visitar parientes y la muerte lo sorprende el 4 de diciembre de 1923. Sus restos son traídos a San Juan y una gran multitud lo despidió.

La firma perdía a su fundador, pero seguía con sus proyectos.

En 1926 se inició la explotación de la radiodifusión instalándose la primera broadcasting del interior de la república, así nació Radio Colón.

Vino en botellas

En 1927 se inició, en escala reducida el embotellamiento de los vinos en San Juan, siendo una de las primeras bodegas en hacerlo del país. Se comenzó con equipos rudimentarios, semi-automáticos pero con el tiempo se fueron perfeccionando las técnicas, y pocos años más tarde, la bodega contaba con un equipo fraccionador que rendía tres mil botellas por hora, facilitando la comercialización y la distribución de los productos en todo el país.

Para la década del 30, la línea Colon ofrecía el blanco ‘Ullum Seco’ y el ‘Tinto Francés’; la línea ‘Santiago Graffigna’ de vinos comunes, entre otros. Entre los numerosos productos y marcas que abastecían se encontraba el Jerez ‘Tío Paco’, el Oporto ‘Cordero’, las Selecciones Argentinas de Delor. Entre los blancos se encontraban el Pinot Blanco, Barsac, Sauternes, Mosela, Moselandes; y entre los tintos, Cabernet, Borgoña, Rosado, Malbec.

El terrible sismo del 15 de enero de 1944 produjo la destrucción parcial de las bodegas ‘Colón’ y ‘Las Lomas’. Se realizó un plan de reconstrucción y modernización de la bodega.

Así surgió el vino ‘Shumir’, en base a uva moscatel y luego el ‘Zumuva’, tipo de vino dulce natural creado por Graffigna. En 1958, comenzó la elaboración de los Vinos Finos Colón, que se distribuían en Buenos Aires y el resto del país, y diez años después nació el espumante ‘Tupelí’.

La empresa familiar fue adquirida por capitales foráneos y hoy está en manos del grupo francés Pernod-Ricard y tiene hoy más de 200 hectáreas de viñedos de uvas selectas ubicadas en Cañada Honda y Pocito.