Esta semana, científicos del Laboratorio Nacional de Los Álamos (LANL, por sus siglas en inglés) presentaron en la Unión Estadounidense de Geofísica (AGU) un análisis de las consecuencias que podría tener el impacto de un asteroide en la Tierra.
Como el 70% de la superficie terrestre está formada por agua y existen más opciones de que ese cuerpo celeste cayera en el océano, estos investigadores utilizaron ordenadores de gran potencia para simular cómo transmitiría su energía cinética al océano.
En esos casos, el problema más preocupante sería la consecuencia climática del vapor de agua. Así, una roca con 250 metros de anchura podría evaporar hasta 250 megatones de agua, señala Galen Gisler, uno de los colaboradores de este proyecto.
La parte de esa emanación que permaneciera en la troposfera —la capa de la atmósfera más próxima a la superficie terrestre— volvería en forma de lluvia con bastante rapidez; pero el vapor que alcanzara la estratosfera permanecería más tiempo allí y, al tratarse de un potente gas de efecto invernadero, podría afectar al clima de forma considerable.
En cualquier caso, esta amenaza es menor que si el asteroide aterriza en tierra firme, aunque Gislen considera que el peor supuesto supondría si acabara "en la costa, cerca de algún núcleo de población". En ese caso, las secuencias pavorosas de ciudades arrasadas por olas gigantes que aparecen en las películas de desastres naturales podrían convertirse en realidad.
Fuente: RT