Según el Libro de los Jueces 14:18 es ésta la respuesta de los filisteos a un acertijo de Sansón. Curiosamente ésta es la imagen que me viene a la mente escuchando la Sinfonía llamada "La Grande". Franz Schubert (1797-1828) no era físicamente ningún Sansón. La imagen típica es la de un bajo regordete con anteojitos, cabello enrulado, tímido, tomando mucho café y cigarros en la medida que lo permitían sus pocos ingresos, pero con un círculo de amigos fidelísimos que lo adoraban, le conseguía dónde alojarse modestamente y hacían caminatas (todavía hoy en Alemania es común que una familia salga a practicar "Wanderung" -excursión- a pie con mochilas por bosques y colinas). Pero cuando este vienés nato (a diferencia de tantos otros que se establecieron en Viena, Schubert, nació, creció y falleció en la capital austríaca) y discípulo del compositor de la corte, el famoso Antonio Salieri, se sentaba al piano o cantaba sus propias canciones con voz de falsete, algo lo transformaba en un Sansón de la música. Podía componer algo que a sus amigos sorprendía y hasta asustaba. Creció a la sombra de Beethoven y eso lo hacía "nieto" de Haydn y Mozart. Y sencillo como era se daba cuenta que era el heredero del maestro de Bonn. Su último deseo -cinco días antes de su muerte- fue escuchar el Cuarteto en Do menor Op. 131 de Beethoven. Un violinista que lo interpretó decía: "El rey de la Armonía (Beethoven) ha enviado al rey de la Canción (Schubert) un amistosa invitación a hacer el cruce". Porque Schubert es especialmente asociado a sus más de 600 Canciones (en alemán: "Lieder"), pero además compuso una asombrosa cantidad de música sinfónica, religiosa y de cámara además de óperas.
En una carta de 1824, anunciaba su intención de componer una Sinfonía Grande ("Grosse Sinfonie") pensando en las precedente de su amado Beethoven. La terminó en 1826 pero no la revisó y terminó totalmente hasta 1828, poco antes de su muerte. Y hubo muchas obras que quedaron parcialmente inconclusas. Es esta una perfecta fusión entre sus dos rostros geniales; el Romanticismo y el Clasicismo. Lo curioso es que nunca llegó a interpretarla; cuando R. Schumann visitó Viena 10 años después de la muerte de Schubert fue a visitar su tumba -que estaba cerca de la de Beethoven- y Ferdinand Schubert -hermano de Franz- le mostró una serie de partituras que no habían interesado a impresores o ejecutantes. Este conjunto desordenado de papeles incluía a nuestra Sinfonía. Finalmente se la pudo escuchar en 1839 dirigida por Mendelssohn. Consta de 4 Movimientos:
1- Andante, Allegro ma non troppo: 2 Cornos al unísono introducen la melodía con delicadeza y vigor (como "la miel y el león" de Sansón). Todo suena tan "natural" y sin embargo no es casual sino fruto -como en Mozart- de un sublime arte de construcción. Expuesta la melodía siguen "variaciones" para vientos, un fortísimo del corno con trombones, vuelven los vientos con las cuerdas hasta que estalla como un volcán. Sigue el allegro como un espléndido triunfo. En un momento breve los trombones reciben respuesta de un "pizzicato" de los violines. Qué delicadeza!
2- Andante con moto: Las cuerdas introducen un suave y ligero ritmo de marcha (violines y violas marcan el ritmo y chelos y contrabajos los comienzos de la marcha)…y entra la Canción del Oboe (Schubert es pura melodía) pero mezclado con fortísimos. Ahora los segundos violines y los primeros, un fagote, contrabajos…pero antes que vuelva el oboe solo Schumann describe lo siguiente: .." Cuando un corno llama desde lejos, esto parece venido de otra esfera. Aquí uno se calla y escucha como si un visitante celestial estuviera deslizándose tranquilo entre la orquesta" (¿Alguna duda de que Schumann y Schubert eran Románticos?). Y cuando vuelve el oboe, una pequeña fanfarria de trompetas y corno nos adelantan a otro futuro vienés… ¡Mahler! Otro fortísimo, luego… silencio y flautas, clarinetes, cuerdas y el clarinete rodeado de violines en pizzicato y trombones.
3- Scherzo: Es a la vez ruidoso y dulce. Sin nunca dejar el "fuerte-suave" bethoveniano, el "trío" es como una versión sublimada de una danza campesina (en alemán "laendler").
4- Finale: Allegro vivace: Un estallido final que inicia un remolino de energía. ¡Qué músculos deben desarrollar en sus antebrazos los/as violinistas en sus "tresillos"! ¿Golpe final? No todavía…. Los cornos tocan 4 notas al unísono para reencender la máquina. Más "remolinos". Y ahora dos clarinetes inician otra frase y tras el acompañamiento Schubert nos da unos instantes para respirar un aire de la 9º Sinfonía de Beethoven -sugerencia de que ésa es la verdadera "Gran Sinfonía"!!-. De nuevo o las cuatro notas que ahora pasan a los vientos. Mucha suavidad …. ¿se termina? ¡No! Otra vez las cuatro notas pero ahora en toda la orquesta y ahora sí el final… Que fue el final de Schubert ya que murió poco después.
Muy buena versión de la Sinfonía y qué placer ver con qué expresividad y detalle dirige el Maestro E. Siffert. Creo que la frase bíblica aplicada a Schubert de la dulzura de la miel y la fuerza del león también se le aplicó el viernes pasado como nunca antes. Afortunadamente se continúa con la explicación de la obra en los programas. Pero como había desgraciadamente tan poco público, pocas personas pudieron leerlos.
