El Ejército de Pakistán lanzó una ofensiva a gran escala luego de recibir el visto bueno del Gobierno para expulsar a los violentos militantes desde el bastión islámico y ex centro turístico. El Ejército dijo que 143 militantes perecieron en las últimas 24 horas.

Los enfrentamientos ya habían aumentado en la semana, generando un éxodo masivo de civiles desde las zonas de batalla, pero crece la preocupación respecto de aquellos que siguen atrapados e imposibilitados de huir debido al toque de queda.

La agencia de refugiados de la ONU señaló que se está produciendo un "desplazamiento masivo": hasta 200.000 personas abandonaron sus hogares en los últimos días y otras 300.000 comenzaban a hacerlo o estaban por realizarlo.

Se suman a otras 555.000 personas que huyeron de otros lugares debido a los enfrentamientos ocurridos desde agosto. El primer ministro pakistaní, Yusuf Raza Gilani, manifestó que el Gobierno buscará ayuda internacional para los desplazados e indicó que el Ejército debe hacer lo mejor para evitar herir civiles.

Un funcionario, al igual que una fuente talibán, señalaron que los misiles mataron a cinco militantes. Otro funcionario de inteligencia dijo que la cifra de muertos llegó a 20.