Tenía 18 años cuando lo atropelló un tren y le cortó la pierna derecha. De esto hace casi 40 años y desde entonces, usa la misma prótesis para poder caminar. Pero está tan rota que la tuvo que atar con varias vueltas de alambre y hasta le puso cámaras de bicicleta para poder colocar la zapatilla en la punta. Así vive Juan Carlos Palacios, que tiene 65 años y es del barrio Ricardo Colombo, en Albardón. Desde hace años tramita una nueva pierna ortopédica pero el hombre contó que los papeles están estancados en la Municipalidad de Albardón.

Juan Carlos habla poco. Todavía no puede recuperarse del todo de un ACV que le dio hace unos años. Sobrevive gracias a una pensión por discapacidad que tiene desde hace un par de años y por la ayuda de sus 11 hijos del corazón. Es que este hombre crió como suyos a los hijos de Jacinta, la mujer con la que comparte la vida desde hace varias décadas.

A este albardonero nunca le faltaron las ganas de trabajar. Siembre hizo changas, hasta donde la falta de pierna se lo permitía. Durante años se dedicó a entotorar sillas, pero ahora, con las manos casi paralizadas, se le dificulta la tarea. Aún así se da mañas para arreglar su vieja pierna ortopédica.

José, uno de sus hijos que ahora está desempleado tras haber sufrido un accidente, es el que lo cuida. A duras penas le terminó un par de piezas de ladrillo y hasta le puso el piso. Pero el sitio donde comen es un cañizo cubierto de carpas y nailon para evitar la entrada del frío, calor y hasta de la lluvia. Este es el sitio donde Jacinta y Juan Carlos pasan la mayor parte del día. La mujer, que tiene paralizado parte del lado izquierdo de su cuerpo, se las ingenia para mantener la casa impecable.

El piso de tierra está siempre barrido y regado y las plantas bien cuidadas. Jacinta muestra con orgullo sus arbustos de alcanfor y los olivos que le trajeron desde La Rioja. Pero asegura que su cuerpo ya no resiste tanto trabajo. Mientras que Juan Carlos la mira con ternura. El hombre vive con ella desde hace años y juntos criaron a 11 hijos. “Es mi papá del corazón. Yo era muy chico cuando él se hizo cargo de nosotros. Pero aún así recuerdo como trabajaba. Esto, a pesar de tener una pierna menos. Siempre fue un buen ejemplo y por eso lo ayudo y quiero lo mejor. Pero tampoco tengo trabajo así es que lo que me queda es ayudarlo con los trámites y a cuidarlo”, dijo José.

A Juan Carlos la cosa se le complicó hace unos años cuando la vieja pierna ortopédica se le partió en uno de los extremos. En ese momento le puso unos ganchos de alambre, pero la prótesis se siguió partiendo. Pero el hombre se las ingenió siempre para poder repararla. Siempre con un pedazo de alambre y la tenaza en la mano, Juan Carlos volvía a poner a punto su pierna ortopédica. “No me quedaba otra. Si no, no podía seguir trabajando”, dijo. Ahora, esta prótesis está tan rota que tiene varias vueltas de alambre oxidado, ganchos de metal en los extremos y hasta fabricaron una especie de tutor de hierro para que le quede más cómoda. Pero es tanto el hierro y los alambres que tiene que Juan Carlos tiene que vendarse el extremo de lo que le queda de pierna para que la prótesis no lo lastime. Aún así hace tiempo empezó a sentir las secuelas del viejo aparato. “Para poder poner la zapatilla en la punta y asentar la prótesis tuve que armar como un pie con pedazos de goma. Es que hace años a la prótesis se le partió el extremo”, comentó el hombre.

Unos 5 años atrás le dieron una pierna ortopédica pero nunca se la midieron antes de entregársela y resultó que le quedaba chica por lo que nunca la pudo usar. A pesar de los reclamos nunca se la reemplazaron. Ahora Juan Carlos contó que desde Desarrollo Humano se comprometieron a darle otra pierna ortopédica. El hombre y su esposa viven en una vivienda muy humilde. Con un temor constante a las inundaciones, ya que el terreno está en pendiente, dijeron que su mayor sueño es poder tener un baño, ya que sólo tienen una letrina en el fondo de su casa.