El invicto chubutense Omar Narváez (51,900) hizo valer madurez, inteligencia, velocidad y precisión para retener por primera vez su título mundial supermosca OMB al batir al mexicano Víctor Zaleta (51,900) por puntos en fallo unánime en el Polideportivo Municipal de la ciudad bonaerense de Monte Hermoso. El experimentado patagónico, de 35 años, se impuso en el ring y en las tarjetas por 119-108, 120-107 y 120-107. Para DyN prevaleció por 120-108.
El Huracán tuvo un desempeño de menor a mayor ante un adversario que llegó a la Argentina con clara intención de destronarlo, pero a partir del tercer asalto el local empezó a marcar diferencias claras por su variedad de recursos para dominar, defender y atacar. Ya en la mitad del pleito la superioridad de Narváez era tan evidente que sobraban elementos para ratificar el pronóstico acerca de quién iba a ser el ganador.
Vuelta tras vuelta al monarca se lo veía más suelto y seguro, consecuencia directa de que era ampliamente superior a su desafiante en todos los órdenes. El sureño se defendía con solvencia y atacaba con rapidez y puntería ante un azteca que, a los 26 años, se encontraba con un problema demasiado complejo.
El zurdo era una pesadilla para el nacido en Chihuahua y por eso el aspirante se desdibujaba capítulo tras capítulo sin hallar ningún tipo de solución. El visitante mostró coraje, pero se vio sometido por la gran jerarquía del rey supermosca. Por impotencia Zaleta incurrió en algunas infracciones que le costaron el descuento de un punto en el sexto episodio. Como para tornar todavía más enorme la diferencia entre uno y otro pugilista.
Narváez quedó con un récord compuesto por 33 victorias, 19 de ellas precipitadas, y dos empates. Por su parte, el mexicano pasó a tener un palmarés conformado por 17 triunfos, nueve por nocaut, y dos reveses.
El imbatido brilló ante Zaleta y le dio sustento una vez más a sus pretensiones de campeón. Ahora desea ir por un combate unificatorio ante el mexicano Hugo Cazares (supermosca AMB) y luego lanzarse en procura de la corona gallo. Narváez va por más y sigue en evidencia que tiene virtudes que respaldan sus sueños.