"’Disciplina que, mediante el razonamiento deductivo estudia las propiedades de los entes abstractos, números, figuras geométricas etc. así como las relaciones que se establecen entre ellos. Desde la antigüedad hasta el siglo 19 las matemáticas se definieron por sus objetos que eran sustancialmente los números, las magnitudes y las figuras. Los griegos incluían además los objetos propios de la mecánica, la óptica o la música, pero estas disciplinas fueron desgajándose de la aritmética y la geometría, y después del Renacimiento accedieron al rango de ciencias independientes” (Diccionario Enciclopédico Larousse, pág. 649). Filósofo y matemático griego, Pitágoras (570 aC. al 480 aC.) no dejó ninguna obra escrita. Su famoso teorema era conocido ya por los Babilonios mil años antes. La aritmética pitagórica limitada a los números enteros incluía una teoría de las proporciones. Consideraba que los números son el principio, la fuente y la raíz de todas las cosas. Esto es real, porque provocan alegría, tristeza o desconsuelo en los seres humanos: así se trate del resultado que arrojen las urnas en tiempos de elecciones, el de un partido de fútbol, la cantidad de glóbulos rojos que tenemos en la sangre hasta los pesos que nos quedan para llegar a fin de mes.
Es decir que la llamada "’Madre de todas las ciencias” está presente y regula todas las actividades del ser humano. Es probable que desde Pitágoras en adelante la matemática haya ensombrecido los días de muchos alumnos a través de los tiempos: la malevolencia de los quebrados, las proverbiales dificultades de la regla de tres compuesta, los secretos insondables de las raíces cuadradas y los logaritmos no derivan en meros resultados de números. Significan también reprobaciones, repeticiones de grados, estudiar o repasar en vacaciones. Parece increíble que esos numeritos que van desde el cero al nueve ocasiones tantos problemas.
Una de las principales razones que entorpece el aprendizaje (y el gusto) por esta ciencia estriba en que, a diferencia de la geografía, historia o literatura por ejemplo, no requiere de la memorización, una técnica de estudio en la que se suele abusar; por el contrario exige el razonamiento, saber pensar, lo que es raramente enseñado.
Pero también es cierto que su aprendizaje es placentero contando con un profesor o profesora hábil para inducir al alumno a razonar, y su práctica como consecuencia de las calculadoras y minicomputadoras, cada vez más debilitada.Por lo tanto conviene ir replanteando las relaciones con esta temida ciencia desde la escuela primaria mirándola con otros ojos.Como en muchos cuentos, quizá se encuentre tras el fantasma la aparición del hada buena.