"Estaba acostada con los niños cuando empezó a caer el granizo. Pegaba en las chapas y parecía que el techo se iba a caer. El agua se empezó a pasar y el viento parecía que me iba a tirar el rancho. Yo no sabía que hacer, estaba aterrorizada y los niños gritaban y lloraban. No sabíamos si quedarnos adentro y esperar que se cayera la casa o salir y exponernos a la piedra. Fue desesperante. Nunca antes tuve tanto miedo y angustia", relató Lorena Cortez (31), semiacostada en una reposera y tocándose la panza, pues tiene fecha de parto esta semana. Ella estaba ayer en la galería de la escuela Vicente López y es una de las 120 personas evacuadas tras el temporal que afectó el lunes pasado a Albardón, uno de los tantos rostros del desastre que dejó devastado al departamento.
Casi todos los evacuados son de las villas Evita, Alcira y de los asentamientos Tucumán y Colombo."Estaba trabajando en las uvas cuando empezó a caer la piedra. Pensé en mi niño, que estaba con mi mamá, y el rancho, así que con granizo y todo me vine corriendo. Cuando llegué, empecé a ver como el agua aflojaba el barro de las paredes, que se iba cayendo y dejaba la caña pelada. Lo poco que tenía se me mojó y el peso del granizo hizo que se hundiera parte del techo. Pasé la noche evacuada, durmiendo con mi familia en unos colchones sin sábana. Y lo peor es que no sé qué vamos a hacer ahora", relató Eliana Poblete, mamá de Valentín, de 2 años.
En las aulas de la escuela, los bancos están apilados sobre los costados, mientras que los colchones que entregaron las autoridades conservan su envoltorio plásticos. Las pequeñas mesas de estudio hoy sostienen vasos y mamaderas, con molestas moscas volando alrededor.
En esas aulas, la angustia de los padres se cruza con el juego de los niños. "Yo me quedé sin casa. Y no sólo eso, mi marido trabaja en las uvas y con este desastre que hizo la lluvia en los parrales ni trabajo va a haber. Te dan ganas de llorar de la impotencia", confesó Griselda Mallea (21).
Y mientras un grupo de madres reclamaba por viviendas en la escuela de evacuados, el gobernador Gioja anunciaba en Casa de Gobierno que detectaron casos de gente de otros departamentos que aprovechó la confusión para pedir una casa. Paralelamente, por miedo a la usurpación, el municipio entregó a las apuradas las llaves del flamante barrio Las Azucenas, que iba a ser inaugurado con un acto oficial.
"Nos dijeron que nos viniéramos urgente, porque si no iban a usurpar las casas", dijo Gustavo Rodríguez, mientras llevaba unas cajas a su nuevo hogar.
Las de las familias acarreando muebles a las apuradas en el barrio Las Azucenas, en Campo Afuera, era la otra cara de Roxana Bustos (25), en Villa Alcira. Ella puso ladrillos en su cocina para poder caminar, ya que el lugar quedó anegado por el barro. "Como mi casa está por debajo del nivel de la calle, el agua y el barro se me metieron por la puerta. Con mi marido y los chicos pusimos cosas, pero se filtró igual. Fue tremendo", dijo angustiada la mujer.
Cerca de allí, por calle La Laja, Marcelo Pérez (30) sacaba cascotes de barro sobre la bañera y el inodoro, mientras que la cama matrimonial no resistió el peso de los escombros. "Se me cayó el techo en el baño y la pieza. Junté los muebles en la cocina, pero ahí el techo está pandeado y tengo miedo se caiga también", expresó.
Por otro lado, ayer se liberaron los accesos a Bella Vista y Las Flores, en Iglesia, que habían quedado aislados por crecientes, mientras que al cierre de la edición había amenaza de lluvia.