Los Carbajal fueron hasta el control forestal sólo para ver a los fieles que pasaban caminando por la senda del peregrino en plena madrugada. Y a pesar de que la mayoría de los vehículos que frenaron a la orilla de la ruta lo hacían para abastecer a algún caminante, muchos se apostaron para ver cómo la gente caminaba para agradecer o para pedirle algún favor a la difuntita.
Esta fue una postal que se repitió a lo largo de los 30 kilómetros de la senda.
Al principio de la noche las nubes amenazaron con una tormenta. Pero esto no intimidó a los peregrinos. Es por eso que desde las 21, la mayoría de los promesantes emprendió la aventura. En familia, con amigos y hasta algunos solos, decidieron caminar para comenzar el Viernes Santo cumpliendo por el favor concedido. Y fue desde el primer paso que comenzaron a sentir el apoyo, que muchos definieron como esencial para llegar hasta el oratorio de la Difunta Correa.
El público comenzó a arengar a la orilla de la ruta, en Santa Lucía. Y a pesar de que el grueso de los peregrinos comenzó el paso desde Caucete, los valientes que lo hicieron desde la ciudad, recibieron aplausos y gritos de la gente que desde las veredas de sus casas les daban fuerzas.
Más adelante, en 9 de Julio hubo otras familias, que detrás de las ventanas o en la orilla de las cunetas también brindaron su apoyo. Sin embargo, la mayoría del público se ubicó en el control forestal, donde muchos peregrinos aprovecharon para descansar. Ahí, además de los aplausos, estos fans desconocidos para los caminantes, les convidaron agua a la gente que pasaba ya con poco aliento. En esta zona, los picnics para renovar la energía fueron comunes, sobre todo en los jóvenes que hicieron el camino en multitudinarios grupos. Esta zona fue la elegida porque no es tan oscura.
JUVENTUD ILUMINADA
Si bien la noche estuvo clara, en gran parte de la senda del peregrino, la oscuridad fue una constante. Por esto, los jóvenes se las ingeniaron para hacerse notar. Pulseritas brillantes, linternas, espadas luminosas y hasta luces de un árbol de navidad, fueron usadas para no pasar desapercibidos.
Con 3,50 pesos Franco, Ezequiel y Ramiro compraron una pulserita, al comienzo de la senda. Mientras que Sebastián le puso pilas a unas luces de su árbol de navidad y caminó desde Chimbas. De esta forma, los jóvenes fueron los más llamativos de la peregrinación. Y a la vez fueron los más ruidosos. Cantaron y escucharon música con los celulares, para que la caminata fuera más amena. Es más algunos llevaron hasta radiograbadores a batería en donde los CD o los pendrive le pusieron cumbia y cuarteto a la noche.