En una tribuna improvisada en medio de la montaña, utilizando las piedras como gradas, un grupo de escaladores alentaron a sus compañeros que se disputaron los tres primeros puestos de la inédita competencia de Boulder, en San Juan. Se trata de una modalidad deportiva en la que se escala una gran roca sin utilizar elementos de protección. La mayoría de los espectadores observaba en silencio, y sólo unos pocos dejaban escapar un "vamos", o una indicación sobre el movimiento más conveniente que debía hacer el participante para llegar a la cima. La idea era no desconcentrar a los competidores que se deslizaban por la roca, pero sí ayudarlos.

Fue en la tarde del sábado, en la Quebrada de La Sal, en Ullum. Donde, después del medio día, todos los participantes, sanjuaninos, mendocinos, cordobeses y neuquinos, encararon las rocas que estaban marcadas para la competencia. Parecía que la montaña había sido invadida por una especie de lagartos humanos que trepaban las enormes rocas. Con los brazos y las piernas estiradas, como si su cuerpo fuera de plástico, los escaladores iban domando cada una de las formaciones.

En el encuentro las ganas de practicar el deporte iban más allá de la competencia. Y el común denominador entre los escaladores fue el compañerismo. Es que al no utilizar elementos de protección, como cascos o cuerdas, los concursantes tenían que cuidarse entre ellos. Así, cuando uno escalaba, dos o tres compañeros acompañaban sus movimientos desde el suelo para dirigirlo hacia las colchonetas que estaban colocadas abajo, si se caía.

Después de dos horas de competencia, sólo siguieron en camino los mejores. Fue cuando todos se sentaron a alentar a los cuatro primeros de las tres categorías del certamen. Uno a uno los competidores trataban de subir las piedras con una destreza inigualable. Las formas de la rocas elegidas por los organizadores del Club Andino Mercedario, eran complejas. Tanto que, en algunos sectores, los escaladores debían treparlas y quedaban en el aire, acostados paralelamente al piso, enganchados con sus pies y manos.

Después de esos enfrentamientos se descubrió el nombre de los ganadores, pero por sus risas y chistes parecía que todos habían obtenido la victoria.