“Desde mi llegada a Buenos Aires he buscado en las islas del Paraná un pedazo de tierra adonde retirarme un día como he vivido en mi pobre provincia, a la sombra de los árboles, cultivando plantas y aspirando el ambiente embalsamado de la vegetación y de las flores. El fronterizo norteamericano se construye para echar el primer cimiento de las que luego serán florecientes ciudades, un log-house, que era un cuadro de vigas superpuestas, caladas con el hacha por mitad en las esquinas, de manera de formar en línea y sin intersticios.