Él dice que existió una pelea y que se defendió, pero lo que no explicó, y tampoco se entiende, esa desproporcionada y brutal agresión contra quien era su esposa y madre de su pequeña hija. El informe forense reveló que Rodolfo Elías Chávez no sólo golpeó a Graciela Mallea partiéndole una jarra de cerveza en la cabeza, sino que la atacó salvajemente hasta matarla, clavándole 8 cuchillazos en partes vitales como el cuello y en la cabeza, señalaron altas fuentes judiciales y policiales.
A días del bestial asesinato ocurrido en ese departamento de las calles Belgrano y Aberastain en Trinidad, Capital, se conocieron los escalofriantes detalles sobre las heridas mortales que recibió la agente penitenciaria Graciela Ramona Mallea (37) de manos de Rodolfo Elías Chávez (34), actualmente detenido en la Central de Policía.
La historia toma ribetes macabros si se tiene en cuenta que al momento del asesinato, el miércoles de la semana pasada, en la misma casa estaba la hija de la pareja, de 1 año y 8 meses. Chávez arrastró el cadáver hasta el baño y limpió la sangre, después tomó a la nena, cerró todo y partió hacia Valle Fértil, donde vive su familia. Él todavía no declaró, de modo que no se sabe qué hizo en esos días; pero fue quizás el remordimiento el que lo llevó a que el viernes último en horas de la siesta recurriera al cura del pueblo y le confesara que había matado a su esposa. Luego se entregó a la comisaría de la zona y ahí relató lo del crimen, aunque se justificó diciendo que él se defendió. Esa tarde, encontrarían el cadáver de Mallea en el departamento de Trinidad.
Chávez instaló la versión de que hubo una pelea y que Graciela lo agredió con un cuchillo. Los investigadores no lo descartan. Señalan que él tenía una herida en una mano, un corte en un brazo y en otras partes del cuerpo, pero también existe la posibilidad que fue ella la que se defendió la noche del crimen, el miércoles 24 de febrero, alrededor de las 22. Lo que sí quedó claro con la autopsia, es que Chávez se encarnizó. Graciela recibió 6 heridas cortopunzantes en el cuello, dos de las cuales cortaron los vasos sanguíneos más importantes, reveló una fuente judicial. También le dio un cuchillazo en la cervical y otro en el cráneo. El arma utilizada fue un cuchillo de cocina, tipo sierrita. Además, le propinó dos golpes en la frente, posiblemente con esa jarra de cerveza de vidrio que hallaron rota. En la ropa de la mujer habían restos de vidrios, relataron.