Escuchar cómo enumera una tras otra las estrategias que se puede usar para prevenir abortos hace imposible imaginar que hace sólo unos años, defendía lo contrario. Su conversión sucedió hace 7 años y por origen divino. Dice que el 27 de noviembre de 2004 se le apareció la Virgen María. Desde entonces se dedica a recorrer el mundo en defensa de los derechos del niño por nacer.
Es Amparo Medina, una ecuatoriana ex guerrillera, de 45 años, que forma parte de la red Pro Vida y Familia, y que estuvo en la provincia para dar charlas y talleres sobre estos temas.
‘Cuando se me apareció la Virgen, en medio de la selva, fue como ver una película sobre las miserias de mi vida -recordó Amparo-. Fue suficiente para que quisiera cambiarla. Sobre todo en cuanto a mis creencias y concepciones. A partir de esa señal divina comencé a creer en Dios y a defender la vida‘.
Hace siete años de aquel episodio. Amparo, defendiendo los derechos de los pueblos originarios a recuperar sus tierras, recibió un balazo en su seno izquierdo. Se trató sólo de un rasguño pero, increíblemente, la mujer cayó al suelo sin poder levantarse. Fue entonces que, cuenta, se le apareció la Virgen para decirle ‘mi pequeña, toma la bandera del corazón de mi hijo y deja la bandera de los hombres, hoy esta es tu bandera‘.
Amparo Medina había comenzado a militar en grupos de izquierda a los 16 años, cuando era jugadora de básquet y, por cuestiones del deporte, visitó los barrios marginales de Ecuador. También fue guerrillera, luchadora pro aborto y atea. Hoy es madre de 3 hijos y presidenta de la Red Pro Vida y una fiel creyente en Dios. Aunque su fe no ha sido suficiente para borrar algunos recuerdos de su ‘mala vida‘ anterior, como ella la define. Recuerdos de los que habla en público sin sentir vergüenza. Y que utiliza como argumento.
‘Yo acompañé a una amiga a hacerse un aborto con total consentimiento y hasta alentándola a hacerlo, convencida de que era su derecho el elegir no tener a su bebé -sostuvo-. Todavía no puedo olvidar su cara de angustia y el ruido del aparato succionando al feto. Hasta el día de hoy sueño con esa criatura que no llegó a ver la luz, y a la que yo bauticé Camila, aunque no sabía cuál era su sexo. Necesité darle un nombre para poder pedirle perdón. Cosa que hago todas las noches y que seguiré haciendo hasta el último día de mi vida‘.