Por estos días, más precisamente el pasado 1ro de agosto, se cumplieron 5 años del fallecimiento del ex gobernador Wbaldino Acosta. Se trata del hombre que le tocó pacificar la provincia y entregarle el poder a su sucesor, José Luis Gioja, tras las destitución del también fallecido Alfredo Avelín.

Eran épocas de una provincia convulsionada, pero supo tener el temple y la buena muñeca para que la sucesión transcurriera sin problemas y que gracias a su esfuerzo no quedara nadie en la calle pidiendo a los gritos que llegaran las nuevas autoridades.

Su deceso se produjo a los 69 años, gran parte de los cuales los vivió en el Comité Central del Partido Bloquista y como hombre de leyes.

Había egresado como abogado de la Universidad de La Plata en 1966. Y en 1972 fue elegido presidente del Colegio de Abogados.

Como político, le tocó ser funcionario en tiempos de gobierno militar y de democracia. Por esos años llegó a ser ministro de Gobierno de la provincia, lo que combinaba con su presidencia en la Federación Sanjuanina de Boxeo, un deporte que siempre lo atrajo. Con la llegada de la democracia, en 1983, fue jefe de la Policía del gobierno de Leopoldo Bravo y luego presidente del Consejo de la Magistratura.

Pero en su extensa carrera cosechó dos honores. Primero, fue Vicegobernador por partida doble -junto a Carlos Gómez Centurión del ’87 al ’91 y del ’99 a 2002 con Alfredo Avelín- y, con el primero se convirtió en el único vice en período democrático que terminó una gestión. Segundo: llegó a Gobernador.

Escalar al máximo cargo de la provincia fue una aspiración que nunca negó, sin necesidad de apurar el proceso, pero tampoco de detenerlo. Llegó tras la destitución de Alfredo Avelín en 2002. Luego, para 2003, no negoció su candidatura a Gobernador. Y se cuidó muy bien de aceptarlo sólo después de que las bases del bloquismo lo proclamaran.

Luego de su derrota ante el PJ pasándole el mando Gioja y tras dejar la conducción del Partido Bloquista, lejos de excluirse, Acosta asumió un rol revisionista de la vida partidaria. Se enfrentó con sus correligionarios que eligieron la opción kirchnerista, y defendió una avanzada opositora y de centroderecha, que terminó impulsando en un armado paralelo.

Acosta se confesaba admirador de Domingo Faustino Sarmiento y no escondía su deseo cuando decía que le hubiera gustado ejercer la docencia.