La apelación al temor emanada de distintas fuentes crea un humor social enrarecido donde las noticias se entrecruzan desde distintos lugares de acción. Cuando el temor crece, la sociedad se paraliza con efecto negativo.

Los mensajes amenazantes sectoriales no deben destrozar la paz de los argentinos. Habría por momentos un fenómeno denominado "la miopía del futuro" discriminada entre más del 50% de jóvenes argentinos que no estudian, ni trabajan, ni están incluidos en ningún plan oficial. El esfuerzo estatal por rescatarlos transita por andariveles presupuestarios que exceden la capacidad de recuperación. La teoría de la disonancia cognitiva pareciera estar en boga en cuanto que a veces en sectores de gestión publica o privada no se dice lo que se hace y se dice lo que no se hace.

La oposición sigue a contraluz, desde una marcada confrontación que no se revela en hechos positivos. Por lo tanto es lábil, vacilante y hasta a veces inocuas. No es con espíritu efervescente con el que las grandes multitudes deben movilizarse pues hasta pequeños grupos convocados por la red pueden hacer oír sus disidencias aunque carecen de estructura para sostener en el tiempo sus reclamos.

La patria no vive de autoconvocados, ni de paros, ni de cortes, ni de tumultos, pero si de brazos laboriosos, mentes alertas que ayuden desde lo profesional y laboral a trazar un camino de soluciones rápidas y concretas, sin esto el individuo cae en el pesimismo vital y se deja llevar por fuerzas inmanentes y también exógenas que lo enfrentan con el cotidiano trabajo de sobrevivir. La actitud positiva proviene del diálogo y el acuerdo, formas expresivas de la libertad en democracia.