Durante dos horas la ansiedad reinó entre los turistas que esperaban en la entrada del Parque de Ischigualasto. Las nubes habían cubierto el cielo por completo y la Luna era imperceptible. Todo estaba dado para que se suspendiera el recorrido previsto bajo la luz del astro. Pero el panorama cambió cuando empezaron a sentirse los primeros acordes de una zamba. "Qué saben de riquezas los que no han visto lo que yo tengo en un rincón cuyano, tibio refugio de mis recuerdos", cantaron Natalia Atencio y Daniel Soria. Y fue cuando la música del tema escrito por el vallisto Saúl Quiroga, que la Luna llena comenzó a hacerse visible.

Así, luego de que la esfera blanca diera su permiso, los visitantes subieron a sus vehículos y comenzaron a hacer fila para realizar el recorrido. El centenar de turistas, divididos en grupos de 25 personas, transitó el circuito pensado especialmente para la noche y disfrutaron del paisaje que se asimilaba a las imágenes que se conocen de la luna en sus geoformas y colores. Pero, a mitad del camino, les esperaba una sorpresa.

‘En el pozo de balde tengo una luna no me la toquen, me la bebo a traguitos cuando la saco dentro del noque’, es lo que escucharon los visitantes mientras caminaban por el sendero. Apenas sintieron los acordes de la guitarra del dúo de músicos que cantaban la samba de Saúl Quiroga. Las personas se quedaron estáticas y en sus caras hubo gestos de sorpresa. Algunos miraron y escucharon atentamente la interpretación de la música folclórica del dúo, otros aprovecharon para inmortalizar el momento con su cámara de fotos. Pero en algo coincidieron todos: seguir el ritmo de la zamba con sus palmas.

Apenas Soria tocó el último acorde del artista nacido en Usno, dos empleados del parque, que estaban escondidos, aparecieron con bandejas de empanadas y botellas de vino para ofrecerle a los turistas. ‘Que linda sorpresa, ya tengo los ojos llenos y ahora me lleno la panza’, dijo espontáneamente el porteño Carlos Barrios visitó por primer vez Ischigualasto.

Algunos minutos después, y ya con algunos vasos de vino y empanadas criollas en la panza, los turistas (en su mayoría de otros puntos del país) pegaron la vuelta a sus vehículos para continuar con las otras estaciones del recorrido que quedaban para finalizar el circuito.

Esta situación la vivieron los 3.500 visitantes que desde el martes hasta el jueves pasado ingresaron al circuito del Valle de la Luna por la noche. Si bien los ciclos de música en Ischigualasto no son nuevos, sí es inédito que se realice de noche y con música folclórica. La intención es darle variedad a los visitantes para que quieran volver al Parque.