La gestión de Sergio Uñac lanzó esta semana un plan de capacitación docente que busca cambiar el método de enseñanza y aprendizaje en las escuelas, una materia pendiente desde hace años. En el programa “A todo o nada”, de Radio Sarmiento, el ministro Felipe De los Ríos habló de los beneficios del nuevo modelo, dijo que los docentes tienen ganas de prenderse al cambio y explicó qué pasará con los que no se adapten. Por otra parte, sostuvo que no estamos tan mal como otras partes del país y le apuntó elípticamente a la gestión nacional anterior por relajar la forma de calificar a los alumnos.
– ¿Hacia dónde quiere ir el Gobierno con el nuevo plan de capacitación?
– La idea es llegar a todos los niveles y modalidades en los 8 años desde su lanzamiento. Queremos cambiar la metodología de enseñanza-aprendizaje, ir al concepto de formación basado en capacidades y competencia y para eso necesitamos un nuevo formato de enseñanza desde los docentes. Y ahí se plantea este concepto diferente de pasar de trabajar por contenidos a trabajar por capacidades.
– ¿Cuál es la diferencia?
– Le pongo un ejemplo. Tomo un concepto de la matemática, de la química, de la física, de las ciencias sociales, me planteo un contenido y yo evalúo al alumno y voy viendo el crecimiento intelectual. Esto es, cuánto sabe de tal contenido, cómo lo resuelve en lo procedimental y lo actitudinal, si se interesa por investigar, asociar el contenido a un contexto. Así estudiaron ustedes y yo y no nos ha dado resultado. Hay una justificación pedagógica de esto: cuando nosotros estuvimos en la escuela, la organización de la familia hacía posible que yo trabajara en casa con la actividad escolar, el papá o la mamá estaba presente, pero ese modelo de familia ya no está. La mamá y el papá de hoy deben trabajar, ante esa ausencia el chico recurre al ocio electrónico, es decir a estar con el celular o la computadora. Ahora los contenidos académicos están en el celular y lo que hay que hacer es evaluar cómo voy haciendo evidente la internalización del nuevo proceso de aprendizaje, porque ya no basta con repetir un conocimiento.
– ¿Cómo hace el docente para poner en práctica este método?
– Debe plantearse una clase con un contenido de disparador, pero el eje no es el contenido mismo sino es el abordaje del contenido con distintas actividades que permitan crecer intelectualmente y asociarlo a otras actividades. Le pongo otro ejemplo: una cosa es trabajar en la pizarra la ecuación del teorema de Pitágoras y tratar de internalizarle a los chicos que “esto me sirve” y otra es salir del aula con una cinta métrica, llevarlo a algo concreto. Ese nivel de concreción permite resolver dos cosas: que aprendo para siempre, aprendo a aprender, en lugar de aprender cosas para repetir ante una evaluación escrita y a los 10 minutos no recordar nada.
– ¿Tienen ganas los docentes de sentarse a estudiar y aprender este método?
– Creo que sí, porque a nadie le gusta el fracaso. Y el docente, cuando llega la hora de la evaluación, no se siente feliz de que sus chicos no aprueben.
– ¿Cómo que no aprueben? La gestión nacional anterior bajó el mandato de que no había que bochar a nadie…
– No, no, bueno… Nosotros tenemos un mandato del Gobernador, quiere inclusión con calidad. La calidad educativa tiene que ver con el aprendizaje, no solamente con la presencia.
– ¿Hizo mucho daño lo anterior?
– Las políticas de Estado tienen que estar concurrentes con lo que la gente demanda. Si un chico va a la escuela a buscar conocimiento y herramientas para un proyecto de vida y luego no le sirve, la política no estuvo bien aplicada. Los chicos deben ir a la escuela a aprender.
– ¿Cómo van a controlar que los docentes apliquen el nuevo método?
– La diferencia está en que no vamos a dejar librado, como ha pasado con otros procesos de actualización, a que todo sea un voluntarismo. Vamos a hacer lo que se llama formación situada.
– ¿De qué se trata?
– Antes, cuando se hacía una actualización docente, había que acreditar y aprobar, en ese mismo ámbito, los conocimientos que había adquirido. Esto va más allá y se llama situado, porque una vez que el docente termine la capacitación, va a llevar adelante el nuevo método con un tutor en la escuela donde trabaja.
– ¿Qué pasa con aquel docente que no cumpla con los objetivos?
– El cambio de actitud se logra con el convencimiento. Si no se adquiere el cambio, vamos a insistir con esta persona, para que vuelva al ámbito de la formación para que nuevamente adquiera los conocimientos.
– ¿Se lo saca del aula?
– Mientras alguien esté en este lugar, otra persona estará reemplazándola para que los chicos no pierdan días de clases. Por eso es que este sistema está planteado para 8 años y no se puede hacer más rápido.
– ¿Cómo lo han recibido los gremios?
– Estamos trabajando con ellos.
– ¿Hubo aportes o resistencia?
– No, porque los dirigentes son conscientes desde la faz gremial en que si no hay una mejora en el servicio todos vamos a estar en problemas.
– ¿Hay déficit en la aplicación de los recursos? Cuando uno va al ministerio, pareciera que sobran empleados administrativos…
– Voy a responder con números. Cuando nosotros llegamos la producción de resoluciones estaba en alrededor de entre 80 y 120 por semana y hoy estamos en 600 semanales. En estos 6 meses de gestión vamos por 4.500, lo que hace proyectar que a fin de año vamos a estar en alrededor de 30.000. Entonces, hay allí sí una cuestión de observación, en la que se puede tener una apreciación particular de que en algunas oficinas haya muchos empleados.
– ¿Usted cree que no?
– Lo que creo es que los empleados están de acuerdo a la necesidad que el sistema plantea. Si nosotros mejoramos la administración del sistema es posible que podamos descentralizar actividades. Por ejemplo Rivadavia no tiene una unidad de gestión y una vez que se haya mejorado la eficiencia del sistema, a lo mejor hay empleados que nos sean de utilidad en ese lugar.
– ¿Qué porcentaje hay de deserción escolar?
– Entre 3 y 4 por ciento y depende de la zona. En las zonas más alejadas es más elevado.
– ¿Y el nivel de repitencia?
– Está arriba del 10 por ciento del volumen total de los 240 mil alumnos, de primaria y secundaria. Son datos del año pasado.
– Cuando estaba vigente esta idea de que no repitiera nadie y que todos aprobaran…
– Sí, claro.
– Con estos números, ¿cómo estamos en la media nacional?
– Hay provincias que pueden estar con el 15 y hasta el 17 por ciento de repitencia.
– Entonces no estamos mal
– No estamos tan mal, pero esto que son promedios no reflejan la realidad puntual de algunos departamentos o escuelas. Para llegar a ese 10 por ciento, otras deben tener mucho más del 10 por ciento y otras mucho menos.
– ¿Cuál es la línea que va a bajar con respecto al régimen disciplinario?
– Hemos logrado poner la Junta Interdisciplinaria de Gabinetes en funcionamiento para incorporar 60 nuevos cargos. Teníamos 60 y ahora estamos en 120.
– ¿Cuál es su idea?
– Primero, trabajar con el alumno que incurre en inconductas o que excede los límites. Los límites se deben acordar en la escuela porque no puede ser que usted como director de una escuela tiene un problema con un chico, nos tenga que llamar a nosotros para preguntarnos qué va a hacer con la decisión institucional. Ahora, no creo en la escuela expulsora porque se convierte en un ciudadano que después lo tiene con otros problemas en la sociedad. La escuela debe contener, pero a la vez poner límites claros. Los límites deben existir y se deben acordar en la institución, aquel que transgrede límites, sabe que hay determinadas sanciones punitorias.
– En la escala de sanciones, ¿la última es la expulsión?
– Cuando sea necesaria sí, pero no debe quedar allí. El chico se va y con eso no se resolvió nada. Si se tiene que ir, nos tenemos que ocupar de ese chico para tratar este problema y volverlo a reinsertar.
– ¿Qué análisis hace de la violencia infantil?
– En estos meses hemos tenido casos y algunos muy complejos. Ahora, cuando los gabinetistas y el equipo interdisciplinario los abordaron, siempre tienen las mismas variables.
– ¿Cuáles son?
– El hogar, la condición social. No hablo de condición económica sino de que si no tenemos la forma de compartir con quien nos dio la vida, lógicamente el anclaje que necesitamos todos para tener estabilidad emocional no está.
