Gustavo Valverde corresponsal del diario "Ya” de Nueva York analizó el proceso de fabricación de la bomba "H” que dio lugar a reacciones contrarias en todo el mundo. "Dios mío ¿qué hemos hecho?” exclamó Robert Lewis, copiloto del Enola Gay al ver desaparecer bajo un hongo de fuego la ciudad de Hiroshima. Era el 6 de agosto de 1945. Fue el final de la 2¦ Guerra Mundial pero el inicio de la carrera de armamentos nucleares.

Cinco años después, tras un apresurado y tortuoso proceso de análisis y evaluación de opciones, los políticos, militares y científicos norteamericanos aconsejaron y convencieron al presidente Truman para que diera luz verde al proyecto aún más destructivo: la bomba de hidrógeno o bomba "H”.

En los laboratorios de Los Álamos los científicos comenzaron a trabajar con gran celeridad 6 días por semana. Se barajaron nuevas ideas y por fin en la primavera de 1951 se consiguió una nueva aproximación o fórmula de construcción de la bomba "H”. Más simple que las llevadas a cabo hasta ese momento. Su diseñador fue el científico norteamericano Teller, quien comenzó a analizar en detalles los procesos termonucleares. El resultado fue que se llegó a la conclusión de que un arma basada en la fusión termo-nuclear era posible: una bomba de Hidrógeno. Los siguientes meses fueron de una actividad febril en los laboratorios. La primera prueba experimental se llevó a cabo en el Pacífico. Se trató solamente de una explosión atómica que produjo una reacción de deuterio-tritio.

Esta prueba provocó una reacción de fusión con un significado: la fusión era posible. Como consecuencia la primera prueba real de una bomba termonuclear se fijó para noviembre de 1952. El lugar elegido para llevar a cabo sería Eniwetoc, islas Marshall, uno de los atolones del Pacífico. Había gran expectativa en los círculos políticos de los EEUU. En la mañana del 1¦ de noviembre de 1952 el atolón de Eniwetoc se iluminó con el fogonazo más potente y luminoso que jamás se había visto en la Tierra. La bomba termonuclear estalló formando una bola de fuego que se expandió en menos de un segundo hasta llegar a tener un diámetro de cinco kilómetros.

Los observadores que se hallaban a 65 kilómetros de distancia vieron con gafas de cristales ahumados la fantástica explosión.

Millones de litros de agua se transformaron en vapor y una parte del océano empezó a hervir durante algunos minutos. Cuando la nube de vapor se aclaró, la isla de Elugelab había desaparecido por completo y en su lugar se formó un cráter en el fondo del océano de 1 kilómetro y medio de ancho por 3 kilómetros de profundidad. Los análisis que posteriormente se llevaron a cabo sobre la explosión demostraron que su potencia había sido de 10 megatones, lo que equivale a la explosión de 10 millones de toneladas de TNT y 700 veces la potencia de la bomba lanzada sobre Hiroshima. Tras el éxito de los EEUU la Unión Soviética llevó a cabo su primera prueba termonuclear el 12 de agosto de 1953, Gran Bretaña el 15 de mayo de 1957, China el 17 de mayo de 1967 y Francia el 24 de agosto de 1968.

Alguien dijo: el mundo se ha convertido en un polvorín inimaginable.

(*) Escritor