La mayoría de nuestra dirigencia política escapa de la verdad. Atajo usado para tranquilizar conciencias y decir lo que "la gente+ quiere escuchar. De ese modo el populismo respira, la lucha de buenos contra malos persiste, se hace imposible acordar. Políticas de Estado difícilmente se alcanzarán.
Las opiniones que se vierten en el tema "retenciones eliminadas a la actividad minera+ nos muestra sin ropajes, a quienes mayores deberes tienen con el país.
Desde sueltos conocimientos se sigue afirmando que, con ese dinero que el Estado recaudaba, se pueden resolver problemas en la salud, educación, seguridad, violencia de género, incluso, aumentar el mínimo no imponible en el salario de los trabajadores. Demagogia y talento actoral destacan a quienes lo proponen.
Todo dirigente debería saber que sacar retenciones, fue la continuidad de salarios para miles de familias argentinas y mayor recaudación del Estado nacional y las provincias.
Gracias a esa medida hay más mineral que se puede procesar, y esto no es otra cosa que empleos y tributación. Ingresarán U$S 1.300 millones por exportaciones que no se hubiesen concretado, 12.500 trabajadores continuarán cobrando un buen salario, 2.350 pymes argentinas seguirán prestando servicios.
El costo fiscal por quitar retenciones a la Industria Minera fue de U$S 130 M anuales. Menor al beneficio de U$S 195 millones que el Estado recaudará por impuestos, e irrelevante frente a los U$S 910 M que recibirán trabajadores y proveedores gracias a la riqueza mineral que ahora se aprovechará. Basta una simple suma algebraica de estas dos últimas cifras para comprender, ¿por qué? en 1887, la Industria Minera fue declarada unánimemente de Utilidad Pública por el Congreso, al sancionarse el Código Nacional que rige la actividad.
En nombre de la Justicia Social en el 2007 se aplicó lo que ningún país tenía, retenciones a las exportaciones mineras. Resultado; desde entonces y hasta el 2015, Perú recibió inversiones por U$S 52.000 millones, Chile por U$S 80.500 M y nosotros, en esos ocho años, apenas si alcanzábamos U$S 10.000 M.
Las medidas de ordenamiento económico impulsadas por el presidente Mauricio Macri, y, fundamentalmente la quita de retenciones, ya logró que once empresas anunciaran inversiones por U$S 7.000 millones a partir del año próximo y el 2018, en proyectos de oro, plata, cobre y litio.
En un país con enormes riquezas dadas, supuestamente avergonzado por desempleos y pobreza humana inocultable, el Presidente apuesta, también, a la Industria Minera Sustentable como instrumento para combatirla. Industria capaz de devolverle esperanzas a la otra mitad de argentina. Esa mitad que no es trigo ni soja, tampoco carnes ni leche; esa mitad en la que su principal riqueza es oro, cobre, plata, litio, uranio, zinc, níquel, tierras raras.
Los argentinos podríamos tener la potencia económica que hoy muestran Australia y Canadá. La diferencia fue que ellos usaron y usan su riqueza mineral. Para darnos cuenta de lo que puede significar la Industria Minera Argentina, sepamos que: mientras nuestro pool sojero (poroto, harina, aceite y bio diésel) durante el 2015 exportó U$S 18.100 millones, el complejo chileno del cobre lo hizo por más de U$S 31.000.
Al desatender la Verdad pagamos un precio, el que resulta cada vez más alto al perdurar los desconocimientos. Sepamos que ese precio que estamos pagando es el de chicos viviendo en las calles, hombres y mujeres derrotados por una sociedad que los desprecia. Nos hagamos cargo, basta de fingir.
El gobernador Domingo Faustino Sarmiento le escribía al presidente Bartolomé Mitre a finales de 1862 diciéndole: "Presidente, ayúdeme en las minas y enriquezco a la República. Las minas son hoy el fuego que conduce a los pueblos al desierto para poblarlo; y como requieren inteligencia, civilizan a la par que pueblan, como piden máquinas y dan productos pesados y valiosos, señalan la dirección de los ferrocarriles y del comercio+.
Autor: Subsecretario Desarrollo Minero. Ministerio de Energía y Minería. Diputado Nacional MC.