De día es empleado administrativo en el Registro Nacional de Trabajadores Rurales. Pero en su tiempo libre, Juan Francisco López Búbica es el personaje que le exija un guión teatral. A los 22 años -hace apenas 6- abandonó una avanzada carrera de Abogacía para entrar al mundo del teatro. Hizo talleres con Julio Mercado, Rubén González Mayo, Juan Carlos Carta, Ariel Sampaolesi. Hasta que llegó el momento en que sintió necesidad de independizarse y armar su propio elenco. Y no le fue mal. Con “Lanotannegra´´ en su primer año de vida ganó el primer premio de la Teatrina 2009 y al año siguiente, el segundo. Con esos antecedentes demostró que su espacio son las tablas y no Tribunales.

“Como el año pasado había hecho teatro aéreo en la Fiesta del Sol, en un cuadro de hombres-pájaros, este año me presenté en el casting con las mismas intenciones. Es que es fascinante volar y quería volver a tener esa oportunidad. Sin embargo, en el primer ensayo me enteré que iba a interpretar a Domingo Faustino Sarmiento de joven. Al principio no dimensioné mi papel, pero con los ensayos, las discusiones técnicas con el equipo y mi entusiasmo por leer su obra (leyó 3 de sus libros en dos meses), me di cuenta que no era cualquiera, que cada palabra que decía tenía su razón y que el protagonismo pasaba por sus sensaciones y sentimientos como cuando se despide de su madre para irse al exilio, o cuando se entusiasma por lo que ve en sus viajes en el exterior, o cuando se enfrenta a la alta sociedad para demostrarles el valor de la educación como oportunidad para todos´´, dice Juanfra, como se lo conoce en bambalinas, quien también se sacó las ganas de estar suspendido en el aire y a 20 metros del piso del escenario, para la escena de Viajes.

Juan Francisco no duda que hay un antes y un después en su vida, después del Sarmiento joven. “He conocido mucho sobre la historia de este gran sanjuanino por un lado y por otro, seguramente me sirva para que la gente se entere quien soy como actor´´, asegura. Y otra vez más, como cuando decidió estudiar teatro, no se equivoca. Su emoción hecha lágrima cuando el grupo de abanderados y niños de los Hogares de la Dirección de la Niñez cantaban el Himno a Sarmiento, son apenas un ejemplo, de lo que es capaz de hacer en el escenario.